lunes, 6 de enero de 2020

Bajo las leyes del universo + Cap. 1 + Parte 2

Cap. 1 + Parte 2




-Y así fue como después de ese día se hicieron muy amigos y los meses siguientes salían juntos a todas partes, incluso por primera vez Aioria decidió que quería dormir en su propia casa y que invitaría a Shaka a acampar con él… aunque a media noche ya estaban tocando la puerta de mi habitación en Sagitario, habían ido corriendo hasta mi casa con la excusa de que les dio miedo estar solos teniendo de vecino a Deathmask jaja, ¿puedes creerlo Shura?.-

Y ahí estaba Aioros contándoles como había iniciado su amistad, muy a su manera; aunque la realidad es que evito varios detalles que considero no eran necesarios por el momento.


-Vaya…- Responde Shura secamente, y no por falta de emoción sino que muchas veces le impresionaba este nuevo comportamiento nada serio de Aioros, una actitud que de niño jamás le conoció, aunque debía admitir que no le desagradaba del todo… y eso le impresionaba hasta dejarlo sin palabras.

-Ahhh y también ¿debería contarles cuando se les ocurrió montar a caballo y cruzaron el pueblo a todo galope?- Continua Aioros con su incesante platica.

-Ah no, ya no cuentes nada, solo me avergüenzas.- Responde Aioria rodando los ojos.

-Oh si claro, como no, si quisiera avergonzarte les contaría cuando tenía que cambiarte los pañales jaja.-

-¡Aioros ya no digas nada!- Aioria ya estaba pensado en ahorcar a su hermano.

-Je… creo que eso debió ser lindo… a su manera.- Susurra Shaka sin poder resistirse a la idea de imaginar a Aioria de bebé.

-Shaka por favor no emociones mas a Aioros, si ya ves que de por si no guarda silencio.-

-Pero, la idea de imaginarte como un bebé; debiste ser lindo.- Venganza… dulce y tierna venganza de parte de Shaka, no acostumbraba a hacer eso y dejar todo por la paz, pero, molestar un poquito a Aioria, debía admitir que resultaba divertido.

-¡No, no lo era!-

-Ay claro que lo eras hermanito, el clásico caso de niño que se negaba a usar pañal y andar libre como el viento por toda la casa.-

-¡Aioros!-

-Agh, ya empieza a dolerme la cabeza.- Exclama Shura y retrocede dando un par de pasos mientras observa el escenario de una posible pelea; ese par de hermanos eran un desastre, un escándalo… de niño le gustaba pasar tiempo con Aioros, y ahora parecía que los papeles se habían invertido y era él quien cuidaba de Aioros que de repente se comportaba como niño de 15 años. –Creo… que mejor debí quedarme en la biblioteca.- Susurra.

-¡Claro que no!.- Grita Aioros olvidándose de la discusión con Aioria haciéndolo a un lado. –Vamos Shura, prometiste que por hoy te olvidarías de solo leer y me acompañarías a la ciudad.

-Vaya, ¿planean salir?.- Pregunta Aioria con curiosidad ya olvidando la pelea por completo.

-Sí, aunque no planee realmente nada, pero como DM y Afrodita me dijeron que desde que estamos otra vez todos juntos, Shura se había apartado de todos, incluso de ellos y solo se la pasaba en su casa o en la biblioteca, pues se me ocurrió improvisar.-

-¿DM y Afrodita?- Shura levanta una ceja al ir sus nombres. –Aioros, si ellos te lo pidieron… créeme que no era necesario.-

-Oh vamos, será divertido, y así puedes mostrarme los lugares a donde Aioria y Milo van a pasear.-

-¡Ah eso si que no!- Reclama Aioria. –Eso sí es mala idea.-

-¿Porque no?, si ustedes van ahí todo el tiempo.- Aioros se indigna. –No es como si fuera algo malo… ¿verdad?-

-No claro que no…- Aioria aparta la mirada. –Solo… creo que no te va a gustar.-


-Ah ¿con que si?... entonces con más razón iré hermanito.-

-Me gustaría ir alguna vez…- Comenta Shaka casualmente y los tres voltean a mirarlo sorprendidos. -¿No es buena idea?-

-Pues… - Shura no sabe cómo explicarlo.

-Es… ruidoso…- Interviene Aioria. –Aunque si realmente quieres ir, yo te llevare la próxima vez.- Le dice sonriente.

-Me encantaría.-  Shaka le corresponde la sonrisa.

-Ah sí, perfecto, a Shaka si le ofreces llevarlo y a mí me olvidas por completo.- Se queja Aioros cruzándose de brazos. –Y eso que yo te cuide y alimente, que indignante…- Le da la espalda haciéndose el ofendido.

-Tú eres el mayor, no necesitarías que yo te lleve, además tú se lo dijiste a Shura primero.-

-A mi no me metan en esto…- Replica el español con la misma expresión de pocos amigos. –Aun creo que es mala idea.-

-Lo que me faltaba, tu también me abandonas Shura.- Y ahí estaba de nuevo, Aioros haciendo un puchero. –Pero no me sorprende, no es como si fuera la primera vez… desde que se hicieron amigos, Aioria prefería irse a jugar con todos, mientras Saga y yo limpiábamos sus desastres.-

-Aunque digas estar enojado por eso.- Comenta Shaka. –Cada vez que hablas sobre esos años cuando éramos niños, siempre lo dices con una expresión feliz, así que creo que guardas muy buenos recuerdos de esa época… a mí también me gustaría poder recordarlos.-

-¿Qué?- Aioros se gira hacia Shaka intrigado. -¿No recuerdas nada de cuando eran niños?.-

-Mmmm…- Niega moviendo la cabeza levemente. –Mis recuerdos con respecto al santuario, no van más allá de cuando entrenaba y recibí la armadura; pero antes de eso… solo recuerdo mi vida en el templo en la India.-

-Es decir… que lo que les conté hace un momento… ¿En verdad no recuerdas nada de ese día… ni cuando Shion les tomo de las manos y…-

-¿Las manos?... no, no recuerdo nada de eso.- Le dice Shaka muy convencido.

-Tiene razón hermano… si es verdad lo que nos cantaste, también me gustaría recordarlo… sin duda son mejores que las memorias que tengo de los demás aprendices y caballeros de plata acosándome y señalándome como “hermano del traidor”.- Y por el tono serio y el seño fruncido de Aioria, ahora Aioros estaba convencido de que no mentían.

-Pero ¿Cómo es posible?, si yo recuerdo todo aun claramente.-

-Yo tampoco recuerdo nada de lo que dices sin embargo… tengo una posible teoría al respecto.- interviene Shura, aunque al ver que sus tres compañeros le prestan atención, aparta la mirada no seguro de continuar; la verdad es que le apenaba un poco, tal y como si fuera un niño en su primera exposición escolar. -Pues…-

-Anda, dinos…- Lo anima Aioros con una mirada chispeante y curiosa.-

-Uhmm, bien.- Toma aire y continúa. –La razón más probable del porque no recordamos nada es que puede ser debido a que nuestras mentes han hecho una serie de recuerdos selectivos para usarlos como mecanismo de defensa para afrontar la realidad a la que teníamos que enfrentarnos, considerando que en ese momento todos éramos niños, sin conciencia suficiente de lo que nos rodeaba, ni pasaría; así que si un individuo no es capaz de recordar esos momentos de alegría, ya sea de forma consciente o inconsciente, sería más fácil para el individuo afrontar lo que vendría y lo aceptaría como la realidad absoluta, acompañado de las vivencias estresantes, también es aceptable considerar que es una forma de evitar una posible depresión, a base de represión.-

-Ahmmm… si claro… te entendí perfectamente.- Comenta Aioria con cierto sarcasmo.

-¿Ya ven porque quiero que salga más seguido?.- Suspira Aioros dramáticamente. –Entre más tiempo se queda leyendo en la biblioteca, cada vez menos lo entiendo cuando habla.-

-¡Por favor no dije algo tan complicado!-

-Yo puedo explicarles.- interviene Shaka mientras se sacude un poco la ropa formando un montoncito de hojitas y flores a su alrededor; y al obtener su atención continua. –En pocas palabras, lo que Shura quiso decir, es que nosotros mismos reprimimos esos buenos recuerdos para no sufrir por la pérdida de esos momentos consciente o inconscientemente.-

-Bueno, por lo menos aquí alguien es lo suficientemente inteligente.- Dice Shura con una media sonrisa.

-¡Oye!- Reclaman ambos hermanos.

-Sin embargo…- Continua Shaka. –Creo que todos esos recuerdos aun están dentro de nosotros, y solo hace falta un motivo o una acción lo suficientemente positiva e intensa para despertarlos.-

-Mmm, me parece una teoría bastante aceptable.- Opina Shura atreviéndose a acercar su mano, y retirar un par de ramitas y pétalos del cabello de Shaka, percibiendo al instante una fuerte sensación  a su espalda; y al ver de reojo nota a Aioria que lo mira fija e intensamente, y aunque la expresión de su cara parece neutral, Shura logra notar cierta tensión en la mandíbula de su amigo; cosa que parece gustarle para sacarle provecho a la situación, y como si no hubiese visto nada, Shura vuelve su atención a Shaka. –Veo que tuviste algunos problemas en el jardín, más que solo el ataque de un gato mañoso.- Le retira unas hojas y flores más guardándolas en su mano.

-Je, nada fuera de lo habitual Shura, “cosas de jardinería”.- Shaka le da una amable sonrisa en respuesta y en agradecimiento por su preocupación, ya que él también le ha ayudado cuando ha tenido algún tipo de inconveniente al intentar despertar su cosmos.

-Me habría gustado haberte ayudado.- Comenta Shura mostrándole una mirada suave y comprensiva, algo realmente raro de ver en alguien tan serio como Shura, pero él realmente se preocupaba por Shaka; comprendía su situación, todos en el santuario lo hacían…  bueno a veces parecía que casi todos, a excepción de…

-Ehm… Shura.- Llama su atención un Aioria con el seño fruncido, pero respirando profundamente para mantener la compostura.

-Mmm… dime, ¿Qué pasa Aioria?.- Ok si, en realidad Shura sabía que Aioria se preocupaba muchísimo por Shaka, pero de un modo un poco diferente, lo intuía, pero quería estar seguro.

-¿No ibas a salir de paseo con mi hermano?- Le dice con los brazos cruzados.

-Uhm…- Y en respuesta también se cruza de brazos con una media sonrisa. –Creí que habías dicho que era mala idea.- ¿Cómo podía descifrar lo que cruzaba por la mente de Aioria?.

-Si ya sé lo que dije, pero cambie de opinión.-

-Vaya, ¿ahora resulta que tu eres el que me da permiso de salir a mi?- Se queja Aioros con las manos en la cintura. –El mayor soy yo… además… aun tengo que convencer a Shura.- Lo mira. –Parece que le agrada mas la compañía de Shaka que la mía, a mi no me sonríe.- Infla una mejilla.

-Ah, no es eso exactamente.- Shura baja la cabeza y mira el pequeño montoncito de hojas y flores que ha reunido y un leve tono rosado tiñe su rostro sin darse cuenta.

-Ve…- Pero Aioria si lo había notado.

-Aioria… - Lo mira enarcando una ceja. –Creo que no estás comprendiendo…-

-Anda ve… solo ve, es más… llévalo a dar todo el recorrido hasta el amanecer…-

-¿Estas hablado en serio?.- Ahora Shura lo mira con el seño fruncido, ¿Qué modo era ese de cambiar de opinión?...  mejor dicho… ¿Qué lo hacía cambiar de parecer?.

-Ya, ya… dejen de mirase de esa forma…- Interviene Aioros. –En realidad… está bien si Shura no quiere ir, solo lo decía como una sugerencia; puedo ir a conocer la ciudad en otra ocasión.-

-¡No!, espera, no quería que lo mal entendieras…-

-Shura…- Le habla Shaka poniéndole una mano en el hombro. –Calma, solo anímate, podría ser divertido y dudo que te la pases mal.- Le sonríe.

-¿Lo crees?-

-Si…  te arrepentirás sino lo intentas.- Y con esa última frase Shaka había terminado por convencerlo… que diferente era tratar con él ahora, sin presión y sin recelos… sin rencores.

Shura se sentía realmente agradecido por eso, él era una persona que difícilmente expresaba sus emociones y todos lo sabían y que prefería lidiar con sus problemas solo; no le gustaba hablar del pasado porque le hería, así como él hirió a otros. Sabía que lo ocurrido entre ellos en la batalla contra los espectros de Hades, el haber irrumpido en Virgo y el haberle atacado hasta hacerle despertar el Arayashiki… era algo que alguien difícilmente perdonaría, así como ni él mismo se perdonaba eso y mucho menos lo que le hizo a Aioros y a Aioria… pero hablar con Shaka y mirarlo a los ojos, su voz y su simple presencia le daba una enorme paz a su alma y a su corazón… y le gustaba…

-Tienes razón.- Le corresponde finalmente la sonrisa, y estaba a punto de abrazarlo con fuerza de no ser por…

-Agh se les va a hacer tarde…- Replica Aioria, aunque para Shura sonaba mas a un león amenazando con rugir para atacar si se acercaba un poco más a su… “¿territorio?”.

-¿Tarde?...- Pregunta Aioros. –Son apenas las 8 am.-

-Sí, sí, muy tarde… debería invitarte a desayunar.- Aioria se estaba poniendo muy insistente.

-¿En serio?.- Y automáticamente los ojos de Aioros se iluminan llenos de esperanza… la comida era comida y no iba a negarse a una invitación.

-Ahm, si claro, hay muchos lugares en la ciudad.- Shura finalmente se rendía a la situación, no podía pasar nada malo por intentarlo una vez.

-¡Si!- Grita Aioros entusiasmado. –Aioria ¿me prestas dinero?-

-¿Qué rayos dices?, si tu eres el mayor.- Lo ve con mala cara.

-Ay anda… ya sé que soy el mayor… por eso deberías prestármelo sin quejarte.-

-Agh está bien…- Saca su cartera. –Pero no te daré mucho, solo ₯ 500 dragmas.-

-¿Tan poquito?- Le hace puchero.

-Está bien, te doy 1000…-

-Shaka… gracias…- Habla Shura y ambos hermanos voltean a mirar.

-No me agradezcas, no he hecho nada extraordinario.- Le regala una sonrisa, dulce y luminosa, que a Shura se le antojaba encantadora. –Solo… disfruta el momento.-

-Si…- Pensó en abrazarlo otra vez, pero aun quería vivir. –Lo hare…- En cambio paso su dedo pulgar por la mejilla de Shaka limpiándole una manchita de tierra, para luego pasar su mano suavemente entre los rubios cabellos sueltos para acomodarle un pequeño mechón detrás de la oreja, provocándole un leve sonrojo a Shaka al rosar las puntas de sus dedos con la piel de su oreja y  cuello dandole una sensación de cosquillas. –En alguna ocasión, me encantaría conversar contigo, si vienes a la biblioteca un día, serás bienvenido.-

-Oh… también me gustaría, lo haré ponto…-

-¡Toma y ya váyanse de una vez!.- Grita Aioria sacando el par de billetes y casi estampándoselos a Aioros en la cara… Oh si, alguien estaba provocado a la bestia.

-¡Oye que te pasa!.. Espera… estos billetes son de ₯ 5000.-

-Sí, si claro, ya es tarde.- Y sin esperar más, toma a Aioros y a Shura del brazo y casi se los lleva a rastras hasta la puerta del templo. –Ahora váyanse y regresen mañana si quieren.-

-Claro, lo que tu digas.- Aioros se guarda los billetes y comienza a bajar saltado por las escaleras.

-Oye, ya está bien… - Shura se suelta del agarre de Aioria y lo mira aparentemente molesto.  -¿Qué pasa contigo que de pronto te comportas como el hermano loco celoso y sobre protector?.- Pero de pronto su mirada se desvía un momento y ve a Shaka acercase y una idea, quizás la respuesta cruza por su mente haciendo que sus labios se curven en una sonrisa burlona. –O mejor dicho… -

-¡Hey Shura!- Grita Aioros desde abajo. –¡¡Espero no te hayas arrepentido porque ya tengo hambre!!-

-Por Dios la que me espera…- Suspira. –Ya hablaremos luego.- Shura está por bajar las escaleras cuando recuerda que trae algo en la mano y regresa. -Por cierto…- Le suelta sobre la cabeza a Aioria todas las flores y hojas que había juntado.

-¡Oye! ¿Qué haces?-

-Un regalo, y ya me voy.- Baja las escaleras sin esperar respuesta para alcanzar a Aioros. –Siento la tardanza. –Le dice al encontrarlo sentado en la salida de la casa de Leo. -¿Nos vamos?- Esta por continuar su camino a través de la casa cuando Aioros lo detiene.

-Espera, Shura…- Le toma del brazo. –Dime… hablando en serio, ¿esto está bien para ti?-

-¿A qué te refieres?-

-Ya sabes… esto…-

-¿Salir juntos?...- Guarda silencio un momento. –Si.-

Aioros lo observa un poco más y luego deja su brazo libre. 

-Aunque lo digas, hace un rato cuando mencione a DM a Afrodita, no parecías muy feliz al respecto.-

-Ah, es eso…- Suspira. –Te refieres a eso de que estoy apartado de ellos y de todos en el santuario.-

-Pues, si… yo… supe que los tres eran amigos y eran inseparables, ¿qué ocurre ahora?-

-Nada, es solo que… tantos años de estar junto a ellos me enseñaron cuando no es buena idea ser el mal tercio en una relación.-

-¿Qué?- Aioros lo mira sin entender, pero en un instante abre los ojos como platos. –Quieres decir que ellos…-

-Claro… ¿Qué no son obvios?-

-Uhmm, bueno probablemente.- Aioros se rasca la cabeza. –Creo que soy un poco distraído al respecto… pero entonces ¿ellos desde cuando son…?-

-Yo que sé, en realidad… diría que siempre.- Se encoge de hombros. –Siempre se han entendido a la perfección en todo, incluso en el extraño y retorcido modo que tenían de ver la justicia, aun siendo vistos como traidores o indignos de ser Santos; siempre enfrentaron todo eso juntos y míralos…-

-Como el karma y el dhárma…- Susurra Aioros.

-¿Qué?- Shura lo mira confundido.

-¡Ah! no, nada, nada… pero ¿a qué te referías con “mal tercio” exactamente?-

-Mmm.- Shura baja la mirada un poco dudoso de decirle, no le gustaba recordar ese tema. –Después de aquella noche, cuando huiste del santuario con Athena y yo te…-

-Entiendo…- Ahora, Aioros se sentía culpable de haber peguntado, era evidente que eso es algo de lo que a Shura no le gustaba hablar.

-Como sea…- Shura continúa. –Después de ese día, la paz que teníamos en el santuario y las amistades que habíamos formado desaparecieron; mientras que unos en el santuario me vanagloriaban como un héroe, otros me consideraban un maldito sin corazón por haberte atacado, traicionar tu amistad y dejarte morir…incluido Aioria por supuesto; él tenía una vida tan feliz a tu lado… y acabe con eso… todos acabamos divididos en nuestras propias opiniones y problemas personales… pero ellos fueron los únicos en quedarse a mi lado y en apoyarme, sin importar la situación, mis dudas o estado de ánimo… quizás hasta les deba haber sobrevivido.-

-Fue por mi culpa.-

-No, Aioros no digas eso, la responsabilidad es mía, ¡yo no debí…!-

-Hiciste lo que debías, porque sentías que era lo correcto.-

Y ahí estaba nuevamente esa opresión en el pecho de Shura, esa opresión llamada culpa que llevo consigo durante años y que hora intentaba reprimir a como dé lugar… lo intentaba, todos los días lo intentaba, por eso se alejaba, necesitaba estar solo, perdonar y perdonase… pero era difícil… difícil cada vez que veía a Aioros por ahí sonriendo por todas partes como si nada de lo ocurrido en esos años hubiese pasado.

-¿Por qué insististe tanto en salir conmigo?- Pregunta Shura finalmente. –¿Fue por qué DM y Afrodita te lo pidieron?.-

-Si… y no.- Aioros lo mira con tristeza. –Es verdad que ellos me lo pidieron, pero desde hace tiempo también quería intentarlo, pero suponía que no querías verme.-

-Y es cierto…-

Y nuevamente se quedaban en un incomodo silencio.

-¿Cómo esperas que te mire a la cara después de lo que hice?-

-Pero…-

-¡Y por favor no me digas que lo olvide como todos me lo dicen!, porque no sé si pueda hacerlo.-

-No lo hare.- Le responde Aioros con los ojos cristalinos. –Y tampoco puedo decirte como; cuando ni yo mismo se qué hacer con mi propia vida.-

-¿Qué?- Shura no esperaba esa respuesta.

-¿Crees que ha sido fácil para mí volver a la vida así sin más?, verme al espejo y no reconocer al que era en ese entonces, tener la libertad de salir a recorrer el mundo entero y no sentirme parte de el, porque… no lo conozco… viví siendo educado bajo las leyes de este santuario, un santuario con costumbres tan milenarias, que es como un mundo aparte perdido en el tiempo, un mundo al que pude llamar hogar, a diferencia del que esta allá afuera…-

-Aioros.- Ahora Shura se sentía culpable de haberle gritado y decirle que no quería verlo.

-Ignoro cómo funciona el mundo… te miro a ti… a Milo, a Aioria… y  cada uno de ustedes cuando salen a divertirse que… he sentido algo de envidia. Aun siento esa inquietud en mi corazón por querer protegerlos como cuando eran niños, pero es entonces cuando me doy cuenta de que no me necesitan y me pregunto entonces ¿Qué sentido tiene haber revivido?.-

-No, Aioros…- Intenta acercarse cuando se da cuenta que Aioros ha comenzado a llorar en silencio.

“¿Qué le he hecho?”… culpa, mas culpa…

-A… Aioros, claro que tiene sentido que estés aquí, Aioria…-

-Ni siquiera Aioria me necesita…- Se limpia las lágrimas torpemente con el dorso de su mano. –Me enorgullece su valor y la persona en la que se a convertido… pero no fue gracias a mi, todo eso lo hizo solo…-

-Qui… quizás entonces es que tu debas volver a…-

-¿A ser un Santo?- Le sonríe tristemente y niega. –Shura, tu mejor que nadie, después de tantas batallas, deberías saber que la armadura de sagitario ya no me pertenece.-
Shura quería decir algo al respecto, pero en este punto sabía que Aioros tenía razón, no solo porque no poseían sus cosmos, sino porque en este tiempo, ya había surgido un digno sucesor de esa armadura que había hecho más de lo inimaginable…

-Seiya…- Murmura Shura bajando la mirada.

-Si… y está bien, acepto que las cosas hayan seguido su curso y no tengo intención alguna de reclamarla.-

Remediar las cosas, Shura deseaba, necesitaba tanto hacer o decir algo que arreglara la situación, pero no podía pensar en nada, sentía que solo empeoraría más las cosas.

-Lamento haber arruinado tu día.-

-Aioros.-Su rostro aun estaba triste y con lágrimas, pero aun así intentaba sonreírle, no, él no esperaba que las cosas pasaran de esta forma, él debería arrodillarse y pedirle perdón a Aioros, y sin embargo ahí estaba él… disculpándose en su lugar por algo que no era su culpa.

“Te arrepentirás sino lo intentas…” Las palabras de Shaka se hicieron presentes de pronto en su cabeza, ¿Qué debía hacer?

-Lo de salir… olvídalo, no es necesario que salgamos juntos, me tomare mi tiempo pero aprenderé a hacerlo solo antes de que tenga que irme.-

-¡Espera!, ¿Qué has dicho?- Shura lo mira con sorpresa. -¿Irte?.-

-Uhm, si…- Aparta la mirada. –Es algo que he pensado desde hace un tiempo, no puedo permanecer en el santuario sino soy un santo, mucho menos si no puedo ni siquiera hacerme cargo de un futuro aprendiz.-

-Pero… ¿a dónde?...-

-Mmm no lo sé…- Le sonríe ya más tranquilo aunque aun con una evidente tristeza. –Solo me queda creer, que si Athena me dio esta oportunidad concediéndome nuevamente un cuerpo humano, es porque tengo algo que hacer… aunque aun no sepa lo que es.-

Se iría… Aioros desaparecería nuevamente del santuario y de su vida, esta vez quizás para siempre, ¿debía detenerlo?, o quizás sería mejor así...

-Prometo no causarte problemas si volvemos a encontrarnos…- Aioros se despide pasando a un lado de Shura. –¡Ah!  Y no te preocupes, no le diré nada a DM y a Afrodita- Y sin más echa a correr para atravesar el pasillo que lo llevaría hasta el otro lado, a la entrada de la casa de leo. Al llegar a la entrada se detiene para respirar profundamente y mirar a su alrededor… ¿qué debía hacer?, ¿a dónde debía ir ahora?, que difícil era sentirse como un chico de 15 años sin camino en la vida… aunque físicamente no lo era; lo cual no mejoraba la situación puesto que se suponía debería ser una persona productiva y competente… pero que no sabía hacer otra cosa sino pelear.

-De acuerdo Aioros.- Se dice a sí mismo. –Cambio de planes… ¿Qué hacemos?-

“Uggggrh”

Y ahí tenia la respuesta, cortesía de su estomago hambriento.

-Agh…- Se coloca las manos en el vientre cuando un nuevo gruñido se hace presente. –Ok, tu ganas, iremos por comida al pueblo.- Otro gruñido. -¡Pero deja de quejarte!-

-¡Jem!- Una voz a su espalda.

-¡Shura!.- Aioros  voltea a verlo sorprendido, no esperaba volver a verlo, el resto del día cuando mucho.

-Ahmm si… yo.- Baja la mirada nervioso. –Ah…- Muy nervioso. –Me peguntaba si yo… si te gustaría…- Suspira. –Conozco un lugar en la ciudad, que podía gustarte, e invitarte.-

Pero Aioros solo lo mira sin decir ni una sola palabra, estaba sorprendido y desconcertado.

-Mira, yo…- La situación se volvía cada vez mas y mas incomoda para Shura, era difícil para él siendo alguien de muy pocas palabras, siempre tendía solo a guardar silencio y a alejarse del conflicto al que no creía necesario intervenir y que las cosas siguieran su curso, pero esta vez  no podía dejar las cosas así; de nuevo reunió todo su valor y cerró los ojos con fuerza para concentrarse y decir las palabras correctas. –Siempre… te he admirado, siempre fuiste para mí un ejemplo a seguir y… aquella noche me sentí decepcionado y perdido, tarde tanto tiempo en darme cuenta que yo había sido él que se había equivocado, de haber sabido la verdad en aquel entonces, yo te habría ayudado, te hubiera ocultado, curado tus heridas… te hubiera protegido con mi propia vida, e incluso habría huido contigo…-

-Shura no digas…-

-¡No! Espera, déjame terminar.- Seguía sin querer mirarlo, apretaba sus puños con fuerza, tenía que decirle todo antes de que su valor se desvaneciera. –Yo, era solo un niño si… y tu mi compañero, un amigo, un maestro, un ejemplo a seguir… eras… todo para mi…-
Y para mayor sorpresa de Aioros, Shura se estaba arrodillando frente a él, no quería, no podía permitirle que hiciera eso, a él también le dolía verlo, saber que por tantos años Shura cargo con una pena y culpa que no le correspondían.

-No quería verte, no porque te odiara, sino porque, no sabía… no se qué hacer, la culpa que llevo en mi corazón no ha desaparecido y no desaparecerá, hasta que me perdones.-

-No necesito perdonarte…-

-¡Si es necesario!... no soporto la idea de volver a vivir en este mundo y fingir como si todo lo que pasamos nunca hubiese ocurrido; si me odiaras, si me castigaras como cuando era niño, por lo menos si me ignoraras… sentiría que está bien y que lo merezco, pero cada vez que te veo sonreír a todos en el santuario y a mi…-

-Shura… ya basta…- Y Aioros había terminado también arrodillándose frente a Shura, aunque este seguía sin mirarlo ni abrir los ojos. –Si no te odie aquella noche, mucho menos podría hacerlo ahora… suficiente te has castigado a ti mismo y más de una vez has corregido tus errores; aunque yo no haya estado presente físicamente, pero sé que lo hiciste y me enorgulleces “mi pequeño Shura”…-

Abrió los ojos encontrándose a Aioros frente a él y sin darse cuenta un par de lágrimas solitarias y silenciosas resbalaban por sus mejillas… hacia tanto tiempo que no escuchaba a Aioros llamarle de esa forma tan cariñosa… “mi pequeño Shura”… así solía llamarle cuando  después de un día de pesado entrenamiento terminaba tan adolorido y exhausto que no era capaz ni de arrastrarse a su cama, pero Aioros siempre estaba ahí, para preocuparse y cuidar de él llevándolo en su espalda o en sus brazos, y aun con sus escasas fuerzas se aferraba a él, a su calor y a sentir los latidos se su corazón.

-No… no quiero perderte otra vez Aioros.- Y en un impulso, ya lo estaba abrazando, sintiéndose por un instante como el niño de hace años que necesitaba protección, quería sentirlo otra vez, esa paz, esa felicidad absoluta… y la sentía en brazos de Aioros.
Aunque algo había cambiado, algo era muy diferente. Antes cabía perfectamente en los brazos de Aioros y escuchaba los latidos de su corazón suaves, tranquilos… y ahora era él, era Shura quien podía rodear y tener a Aioros en su brazos y sus latidos eran acelerados, sentía como golpeaban contra su pecho; y Shura podía sentir cada golpe en el suyo, como si su corazón y el de Aioros se comunican y se dijeran el uno al otro “aquí estoy”.

-No me iré…- Le responde Aioros dándole una suave caricia en sus rebeldes cabellos negros. –No por ahora, no es el momento.-

-¿Cuándo?- Shura lo mira con angustia, daba lo mismo que le dijera, hoy, mañana o en un mes, si se iba lo perdería para siempre.

-No lo sé.- Le sonríe suavemente. –Supongo que lo sabré en su momento, pero no será pronto, te lo aseguro.-

-Aioros…- Sus palabras le aliviaban un poco, aun así le preocupaba que cambiara de opinión o que ese momento de partir llegara. –Sigues… y siempre seguirás siendo todo para mí.-

Y ahí estaba de nuevo, ese acelerado latido en el pecho de Aioros… no quería dejarlo ir nunca.

-Shura…- ¿cómo le decía esas cosas?, ¿sabía a caso las sensaciones que le provocaba con esas palabras?, pero al mismo tiempo podía sentir que era sincero, podía sentir el miedo de Shura en ese abrazo. –No… me iré.- Deja salir su voz como un susurro. –Esta vez no te dejare.

-¿Me perdonas?-

¿Por qué insistía en eso?, Aioros no buscaba una disculpa, él no la necesitaba, pero… Shura si, necesitaba recibir el perdón de la persona que significaba todo para él… necesitaba quitarse ese peso de sus hombros… ese dolor del alma.

-Si… Shura yo te…-

“Uuuuugh” Su estomago se adelanta a responder haciéndolos saltar de la sorpresa, y la vergüenza.

-Lo… lo siento… - Responde Aioros rojo hasta las orejas.

-Uhm, parece que tu estomago no me perdona.- E increíblemente Shura sonríe… una sonrisa sutil, casi imperceptible para cualquiera, pero había sonreído.

-No le hagas caso… es molesto cuando quiere.- Aioros intenta justificar su hambre haciendo un puchero.

-Je… es imposible no escucharlo, quizás hasta allá abajo DM también lo hizo y salga corriendo pensando que es un monstruo.-

-¡No digas esas cosas!-

-Está bien, está bien…- Shura baja sus manos tomando a Aioros de la cintura para ponerse de pie junto con él. –¿Me perdonaría si lo invito a desayunar?-

-Jeje, claro.- Dice Aioros sonriente aun rodeando a Shura por los hombros.

-Y… ¿tu?.- Le pregunta una vez más mirándolo directo a los ojos.

-Claro que si Shura, todo lo que sea que ocurriera te perdono, tú eres mucho más importante para mí que todo lo que haya pasado.-

-Aioros… gracias…-

No existían mas palabras para expresar lo que sentía en ese momento… o quizás si… pero era demasiado pronto como para mostrar todo lo que había guardado en su corazón por tantos años.



Por otro lado, en la casa de virgo, aun quedaban muchas emociones en el aire, y Aioria se había quedado ya hace un largo rato en silencio mirando escaleras abajo hacia su propia casa, ahí donde hacia minutos antes había visto a su hermano Aioros y a Shura entrar.  Tan distraído y pensativo se había quedado que no nota cuando Shaka se le acerca sigilosamente para picarle los costados y gritarle.

-¡Aioria!-

-¡Aaagh Shaka!- Salta del susto abrazándose a sí mismo. –Me… me…-

-Te asuste.- Le dice Shaka feliz de finalmente haberlo podido sorprender por lo menos una vez.

-Mmmm no, claro que no…- Niega obviamente por orgullo, pero no dejaba de frotarse los brazos que le habían quedado con los vellos erizados.

-Sí, claro…- Shaka eleva una ceja no creyéndose ni media palabra.

-Lo digo en serio, yo no me asusto fácilmente.-

-Si tú lo dices.- Shaka acerca su mano y le retira una pequeña hoja de la las que le arrojo Shura en la cabeza. –Dime ¿en qué pensabas?-

-Nada importante, en realidad esperaba que Shura no se arrepintiera y decidiera volver.- Obviamente no iba a decirle que en verdad prácticamente los había corrido para volver a estar ellos dos solos.

-Ya veo, pero al parecer todo salió bien, me alegro mucho por Shura.-
Y de nuevo Shaka mostraba esa dulce sonrisa y esa sensación “sobre protectora” o mejor dicho de celos que volvían a asomarse dentro de Aioria.

-Shaka.- Lo mira serio. -¿De qué hablaban tú y Shura hace un momento?-

-¿Uhmm?- Lo mira extrañado. –Me invito a ir a la biblioteca del santuario y pasar la tarde juntos.-

-Ah…- Si, no se había equivocado al suponer que había sido una invitación y no le agradaba la idea.

-¿Te gustaría venir?- Le pegunta Shaka totalmente ajeno a los pensamientos de su compañero.

-Mmm…- Se encoge de hombros. –Las bibliotecas no son lo mío, no creo soportar una tarde entera leyendo y guardando silencio.-

-Anda, podría ser divertido, solo imagina la cantidad de lugares sobre los que podrías leer o todo lo que podrías aprender.-

-Si quiero conocer sobre otros lugares, prefiero ir en persona hasta ahí… y para mi solo hay un modo de aprender, y es con la practica.- Responde firmemente convencido.

-Bueno, en eso tienes razón… también seria emocionante.-

-¿Vendrías conmigo a conocer el mundo si yo te lo pidiera?-

Aioria le pegunta de pronto y Shaka lo mira sorprendido. ¿Conocer el mundo?... si apenas y se había atrevido a salir al pueblo de Rodorio en esos meses y en contadas ocasiones… sin embargo.

-Bueno… si estoy contigo, claro que me gustaría Aioria.-

-Eh… ¿en verdad?.- Y vaya… no se esperaba la respuesta.

-Sí, porque confío en ti.- Le sonríe una última vez antes de caminar lentamente de regreso al interior de la casa.

“Confío en ti…” definitivamente esa respuesta le gustaba.

-Y… ¿te agrada Shura?- Si ya se había atrevido a comenzar a preguntar, tenía que saberlo todo.

-Claro que si…- Era la respuesta sincera de Shaka, directa y demasiado sincera para el gusto de Aioria.

-¿Mas que yo?.- Era totalmente un gato celoso.

-Jaja, Aioria ¿por qué me haces preguntas tan raras?- Y Shaka estaba tan ajeno a esos celos, que solo respondía según sus sentimientos.

-Solo dime…-

-No hay nadie en todo el santuario con quien me guste más estar sino es contigo…- Voltea a mirarlo sonriente, colocándole las manos en las mejillas y apretándolas juguetonamente. –Ni en el resto del mundo… porque simplemente me gusta y me encanta como eres.- Y sin más continúa su camino de regreso dejando a Aioria en un pequeño estado de shock.

“Confiar, gustar, encantar”… y todo eso era solo para él… ¿Qué más podría desear?... ¿lo sabía?... quizás aun no estaba seguro…

-¡Ehhh Shaka espera!- Se apresura a alcanzarlo y tomarle del brazo.

-¿Qué pa…?, ¡Aioria!- Y sin previo aviso, así tal y como solía ser de inesperado, Aioria lo acerca hacia su pecho para pasarle la mano por atrás de las piernas a Shaka para levantarlo en brazos. -¡Espera! , ¿Qué haces?-

-Te llevo adentro…-

-Aioros te dijo que no me cargaras.- Shaka le reclama, aunque tampoco es como si hiciera el menor esfuerzo por soltarse.

-Pero mi hermano no está… y sé que te lastimaste el tobillo…-

-Aioria, ¿Cómo lo notaste?.- Lo mira sorprendido.

-Porque te conozco mi pequeño buda.- Le sonríe. –Además eres tan ligero como una pluma, podría cárgate todo el día.-

-Aioria, no…- Se sonroja. –No tienes que hacerlo.-

-Pero me gusta ayudarte.- Finalmente comienza el camino de regreso al interior de la casa de virgo topándose con un par de bolsas de hierbas y hojas secas dejadas a un lado de la entrada, en realidad el templo se veía muy limpio y ordenado como de costumbre… a diferencia del suyo. –Shaka ¿limpiaste toda la casa?, pudiste haberme avisado para ayudarte.- Que irónico que le dijera eso cuando ni él mismo recordaba la última vez que había barrido un piso.

-No quería moléstarte, supuse que era muy temprano, y como te dije… me sentía muy bien y con ánimo esta mañana.-

-¿Cuánto tiempo llevas despierto?- Lo mira levantando una ceja.

-Desde las 5 am…-

-¿Qué?...- Suspira. –Vaya tu despertando y yo regresando al santuario.- Murmura.

-¿Saliste?.- Pero Shaka si lo había escuchado.

-Ah… si, si… Milo, Camus, DM y yo salimos a tomar algo, nada importante.-

-¿Entre semana?.- Ahora era Shaka el que lo veía con duda.

-Jaja claro, en la ciudad nunca falta un lugar donde haya fiesta.-

-¿Fiesta?, dijiste que era algo sin importancia.-

-Mmm… si bueno lo era, la fiesta solo surgió de momento como algo improvisado entre Konstatinos y Demetrius.- Aioria intentaba explicarse como si fuera lo más simple del mundo, aunque por la mirada de Shaka, parecía que le dejaba más dudas que respuestas. –Son, amigos nuestros de la ciudad y dueños del bar donde estuvimos anoche.-

-Conoces a mucha gente… y supongo que se la pasan bien si salen tan seguido.-

-Sí, bueno no tanta.- Al parecer Aioria no quería ahondar mucho en el tema. –Pero seguro te caerían bien.-

-¿Tú crees?... no soy muy sociable y eso de las fiestas…-

-Oye, irías conmigo, no estarás solo y yo te los presentare.- Finalmente Aioria empuja la puerta de la habitación de Shaka entrando con total naturalidad y confianza, era evidente que ya había estado ahí en más de una ocasión. –Finalmente estamos aquí.-

-Gracias.- Le dice mientras lo coloca suavemente sobre su cama y deja que Aioria se mueva a sus anchas por todo el lugar.

La habitación de Shaka, no era muy grande, era como todas las demás del recinto, un simple espacio de techo alto, paredes pintadas de blanco y una ventana; pero ya que cada uno era libre de ponerle un toque personal, el de Shaka tenía una alfombra roja con tejido de una mándala de diferentes colores brillantes, en la pared había un cartel escrito en hindú que aunque a Aioria le daba curiosidad de saber su significado aun no se atrevía a preguntarle; había una pequeña mesa que hacía de altar y unos pequeños incensarios que siempre espacian su aroma por toda la casa, un aroma dulce y embriagador que lograría distinguir cualquiera que se acercara a las escaleras, un aroma que se intensificaba levemente, y cada vez más cuando uno se adentraba por el pasillo, como si esa dulzura guiara al visitante hasta su origen. Pero solo él, Aioria había tenido el valor de atreverse a cruzar la puerta de esa habitación privada y prácticamente haberse hecho un espacio propio.

En la pared contraria al pequeño altar había una silla con ropa; una chamarra y unas cuantas camisas y un par de pantalones de mezclilla perfectamente doblados sobre una mesa más grande pegada a la pared que a la vez hacia de escritorio, y que obviamente no eran de Shaka.

La ventana estaba cubierta con una tela amarrilla y transparente muy sencilla que siempre ondeaba sutil por alguna corriente de aire, en el piso junto a la alfombra, al lado y a los pies de la cama había un gran variedad de cojines de colores y bordados diferentes de diversas formas y tamaños… y por último, la cama, la que Aioria debía admitir que era su favorita, de tamaño individual, con otros tantos cojines esparcidos de aquí a allá, un cobertor de textura suave y con el mismo aroma de incienso que impregnaba la casa, pero con otra sutil esencia… la de Shaka. No sabía distinguir que era, fresco como la brisa y a maderas, su cabello tenía siempre ese aroma que le hacía querer acercarse y acariciar con su nariz, y con sus labios esa divina cabellera rubia. Cosa que si había hecho una vez que habían terminado durmiendo juntos en el piso rodeados de cojines; y sin saber cómo, terminaron abrazados. Aioria había despertado con la bella imagen de Shaka profundamente dormido, abrazándolo y recargado en su pecho, y él rodeando su cintura y la otra mano entre sus cabellos rubios que caían dispersos sobre la alfombra, sobre su pecho e incluso sobre su propio rostro provocándole cosquillas, como si fueran caricias hechas con una pluma… había sido una lástima tener que levantarse aquel día.

Shaka no se había dado cuenta del momento en que Aioria se acerco un poco mas y aspiro profundamente el aroma de su cabello y beso su cabeza justo en la coronilla, luego su frente y rozo la fina nariz de Shaka con sus labios… recordaba perfectamente su textura suave, su calor… a veces se preguntaba ¿qué hubiese ocurrido si continuaba con esa caricia, solo un poco más abajo?... se resistió aquella vez en intentar ir más allá, algo dentro de él despertó, una curiosidad, una ansiedad que logro reprimir; pero ¿por qué no se atrevía?... no lo sabía y no quería pensar en eso.

Pero ahí estaba otra vez, una y otra vez volvía a casa de Shaka, ansiaba tanto verlo, oír su voz, tener su mirada azul cielo fija en la profundidad de sus ojos verdes como el bosque, que le regalara una hermosa y dulce sonrisa… que lo hiciera sentir en paz, en completa dicha… en su hogar.

Aioria se movía de un lado a otro de la habitación, la conocía a la perfección. Fue al baño y trajo una bandeja con agua, saco dos toallas de mano limpias de un gran ropero de casi dos metros de alto ubicado al lado de la cama, junto con una pequeña caja de madera hermosamente decorada con grabados que en realidad era el botiquín que coloco junto a las toallas, para finalmente sentarse él mismo en la orilla de la cama teniendo todo a la mano.

-Bien… ¿por dónde comenzamos?.- Suspira tomando una de las toallas para mojarla, exprimirla bien y tomar suavemente el pie lastimado de Shaka.

-Ouch…-

-¿Te duele mucho?.- Aioria le mira preocupado, no quería lastimarlo más, aunque solo parecía ser una torcedura leve. Shaka niega y simplemente le deja  continuar.

-Aioria…-

-¿Uhmm?-

-Gracias por estar conmigo.-

Y después de eso, simplemente se quedaron en silencio… Aioria continuaba atendiendo la pequeña torcedura con sumo cuidado, para acabar por aplicarle ungüento para el dolor y un vendaje; después de eso le levanto lentamente la túnica blanca para limpiar la tierra y raspaduras de sus rodillas… Aioria se mordía los labios, era un pequeño hábito que Shaka había visto en él cada vez que le tocaba de esa manera, suponía que era por estar concentrado, pero… quizás había algo mas, siempre había algo más cuando estaba con Aioria.

La mayoría del tiempo se sentía solo con sus pensamientos, se sentía inútil al no poseer la fuerza y el cosmos de antes, sin propósito alguno, sin saber qué camino tomar; su mente era un caos constante… pero cuando Aioria llegaba atravesando las puertas de su templo, siempre confiado e imponente, toda esa incertidumbre desaparecía, simplemente no había nada mas en su mente… cualquier pensamiento de inseguridad se desvanecía y solo quedaba él, ese encantador hombre de cabello castaño, de piel bronceada y hermosa… divina complexión. Shaka no podía negar que le gustaba observarlo ocasionalmente así, en silencio, cuando se concentraba totalmente en algo como en ese momento; veía los músculos de sus brazos tensarse, parecía nervioso de tocarlo, y aun así deslizaba tan delicadamente la toalla húmeda y sus dedos por la pálida piel de su pierna, tal y como si esta fuera de frágil porcelana… ¿cómo era posible que después de tantas dificultades en su infancia y adolescencia, terminaran siendo amigos tan cercanos? Y tan… “íntimos” se podría decir.
Era obvio que Shaka no le permitiría a nadie más acercarse tanto, y que a pesar de la situación actual, aun era todo un virgo orgulloso, que le gustaba ser autosuficiente y no depender jamás de los demás… pero con Aioria todas sus defensas se desvanecían, él le evocaba una sensación cálida, fuerte y protectora; donde no existían dudas, ni temores, donde todo a su alrededor dejaba de importar tanto y en ocasiones solo deseaba perderse entre sus bazos, en el calor que emanaba su cuerpo… y su alma se sentía completa.

-Oye… ¿en qué piensas?-

Una cálida mano se posa en su mejilla haciéndolo despertar de su ensueño, era Aioria que le limpiaba delicadamente con un pequeño algodón antes de colocarle una pequeña bandita en un rasguño bajo el pómulo izquierdo y una más en la frente.

-Ahm no, en nada.-

-Listo, ahora nada de moverse.- Le indica aparentemente serio tocándole la punta de la nariz con su dedo. -¿Entendido?.- Y acaba sonriendo.

-Mmm entendido “doctor” Aioria.- Y Shaka le guiña un ojo en respuesta. -¿Cómo puedo pagarle?-

-Ah no lo sé, ya pensare en eso, por ahora descansa, ¿bien?-

-De acuerdo, pero creo que debería cambiarme de ropa y peinarme un poco.- Le indica Shaka señalando su camisa y túnica llenas de tierra.

-Tienes razón.- Y Aioria tan caballeroso como de costumbre, se dirige nuevamente al ropero para sacar una camisa limpia y una túnica naranja doblada junto a una pila de playeras y camisetas, que obviamente tampoco eran de Shaka, de hecho el ropero era una completa mezcla de objetos personales de ambos, entre ropa, peines, una rasuradora de Aioria, desodorantes e incluso una secadora.

¿Cómo había ocurrido todo eso?, ¿cómo es que Aioria conocía tan bien la casa de virgo?, incluso parecía más que la propia... honestamente ninguno de los dos tenia respuesta para eso, Aioria solo iba a ver a Shaka todos los días, platicando por largas horas, leyendo juntos, o mejor dicho Shaka le leía mientras él solo disfrutaba de escucharlo, comían y hacían casi todo juntos. Y cuando Aioria decidió aventurarse a conocer el mundo de verdad fuera del santuario, siempre regresaba directo a contarle lo que había visto y a donde había ido… aunque con el tiempo las salidas se incrementaban mas y las visitas de Aioria eran un poco más cortas, pero siempre estaba ahí sin falta…  en conclusión, simplemente paso.

Alguien diría que… uno no piensa nunca en adoptar a un gato, el te adopta a ti, porque cuando te das cuenta, ya ocupa tu casa… y tu corazón… o algo así ¿no es cierto?.

Como Shaka debía cambiarse, se levanta de la cama para aflojarse el nudo de la túnica y poder quitársela.

-Uhmm creo que tú también deberías sacudirte la ropa por lo menos… y el cabello.- Le indica Shaka sonriente ya a punto de quitarse la camisa.

-Es verdad, tengo ramas y hojas en todas partes.- Y sin más Aioria se saca la camisa para sacudirla y luego dejarla caer descuidadamente sobre la cama y sacudirse el cabello haciendo que las florecillas y hojas vuelen por todas partes.

-Jaja, tu cabello quedo alborotado.- Dice Shaka dejando caer su ropa a un lado. –Creo que necesitas que alguien te peine.-

-Uhm, mira quien lo dice.- Aioria le sonríe volviendo a acudir al ropero y tomar un sencillo cepillo de madera con cerdas naturales y un peine de oro, más parecido a una peineta con la forma de una flor de loto en la parte de arriba con cada pétalo hecho en piedra de luna y las hojas en esmeralda india, un objeto inusualmente caro, no solo por los elementos de los que está elaborado, sino por el hecho de que a un santo, o ex santo se le permitiera tener un objeto así de valioso; pero Shaka le había contado a Aioria, que él tampoco sabe porque lo tiene, solo recuerda que de entre las escasas posesiones que tenía desde que vivía en la India, era el único objeto que le permitieron conservar los monjes, y a su llegada al santuario, Shion hizo lo mismo. Shaka nunca ha sabido su significado y había permaneció guardado por años en la misma caja de madera labrada que Shaka había traído de la India siendo un niño; hasta que un día Aioria, tan curioso como de costumbre, lo encontró y decidió que debería usarlo.

-¿Yo primero?- Dice Aioria entregándole el cepillo de madera a Shaka.

-Si…-

Se acercan el uno al otro quedando frente a frente, casi a la misma altura… sus miradas se encontraron y el tiempo parecía detenerse un momento… la mano izquierda de Aioria posándose sobre la pálida mejilla de Shaka suavemente, una pequeña caricia que descendía hasta su barbilla, su dedo pulgar rosaba accidentalmente su labio, seguían en silencio, no apartando la mano, recorriendo lenta, muy lentamente el labio inferior de Shaka que no dejaba de mirarlo… ¿cuánto tiempo más pasaría? Un minuto o dos… cinco quizás. 

Al final Shaka termina por soltar un suspiro como si hubiese contenido la respiración todo ese tiempo, cosa que hace reaccionar a Aioria e inicia con su tarea de desenredar el cabello con la peineta de oro, que aunque parecía todo un caos, la realidad era que sus dedos se deslizaban entre cada hebra dorada como si fueran de seda, las pequeñas flores, las hojas, todo caía al piso y sobre la cama. Toma un largo mechón de cabello peinandole con dedicación y cuidado, apartándolo mirando sus hombros desnudos, sus clavículas, su cuello… su pecho… por todos los Dioses no era la primea vez que se veían el uno al otro semi vestidos, es mas, Aioria estaba seguro de que incluso se habían visto desnudos algunas veces hace tiempo cuando entrenaban y acudían a la zona de baños del santuario; en ese tiempo no llegaban a dirigirse la palabra más de lo necesario… y ahora, ahora había veces como esta donde se veían, se tocaban sin segundas ni malas intenciones y una sensación inquietante surgía en su pecho… una ansiedad que con el tiempo se volvía incontrolable, no sabía qué hacer… o que sería capaz de hacer.

-Hey…- Ahora era Shaka quien ponía su mano en la mejilla de Aioria. –Eres tú el distraído esta vez.-

-Mmmm no, al contrario, estaba pensando demasiado…-

-¿En qué?- Shaka se acerca un paso más posando sus manos en los hombros de Aioria sintiendo de inmediato el calor de su piel en contraste con la propia que se erizaba, deseando con todas sus fuerzas recorrer esos brazos con sus dedos, aliviar ese cosquilleo que surgía en su vientre.

Era un fuego interno el que los llamaba, que se atrevieran solo a “saltar”… ¿Qué podría pasar?, solo perder el control… ¿y después qué?... Las manos de Aioria ya recorrían la espalda desnuda de Shaka, bajando hasta posarse en su cintura haciendo que se acercara aun más; sus pechos casi se tocaban, sus respiraciones estaban contenidas… Shaka siendo consciente o no, ya estaba deslizando sus manos por el pecho de Aioria, era como si sus manos actuaran por voluntad propia, sus miradas fuertemente conectadas como si se gritaran la una a la otra “si, estas aquí”, “te tengo, no voy a soltarte”, “necesito… quiero…”, “te quiero”.

-Oye ¿Shaka has visto a…?, ¡Aioria!-

Alguien había entrado al templo.

-¡Milo! ¿Qué estás haciendo aquí?- Por instinto protector Aioria jala a Shaka hacia su pecho para abrazarlo e impedir que lo viera.

-¿Yo.. yo?... ¡¿Qué estás haciendo tu aquí?!-

-¡Waaaaa!- Otro grito, otro visitante.

-¡Shoko!.- Grita Aioria lanzándose a la cama sin soltar a Shaka dejándolo bajo él.

-¡¿Que rayos haces aquí mocosa?!- Le reclama Milo.

-¡Lo seguía a usted!.- Responde la chica recién llegada.

-¡Pues largo de aquí-

-¿Por qué yo?, ¡váyase usted!-

-¡Lárgate tú!-

-¡Largo de aquí los dos!.- Grita Aioria. –Fuera de aquí y vayan a la estancia…- Los mira. -¡Ahora!-

Y ese último grito basto para que ambos inoportunos visitantes salieran corriendo a toda prisa, y solo hasta estar seguro que ese par se había ido Aioria suspira frustrado y se atreve a voltear hacia abajo y darse cuenta de la “incomoda” posición en la que se encontraban.

-Ah… perdona yo…- Pero la vergüenza le estaba jugando mal y su rostro sonrojado hasta las orejas le estaba ganando.

-E… está bien.- Le responde Shaka suavemente, igual estaba sonrojado y quizás… decepcionado; pero no quería que Aioria se molestara o se sintiera mal al respecto. –Creo… creo que esta mañana hemos tenido muchos visitantes ¿no te parece?.- Le sonríe intentando animarlo.

-Je, si… tienes razón.- Y parecía haber funcionado. –Muchos visitantes inoportunos, creo que debo encargarme de ellos.- Vuelve a suspirar profundamente. -Quizás los saque a patadas.-

-Uhmmm eso no sería amable Aioria.-

-Está bien, está bien, los correré… sin patearlos.- Le sonríe mientras su mano se arrastra por la cama hasta alcázar la ropa de Shaka para entregársela. –Yo iré primero, tu termina de vestirte ¿de acuerdo?.-

-Si…- Le responde retirado sus manos de los hombros de Aioria y abrazando su ropa que le era entregada contra su pecho. Se sentía increíblemente fría a comparación de la piel de Aioria.

Y no era el único que pensaba eso, Aioria sintió lo mismo en cuanto las manos de Shaka dejaron de tocarlo; “frio” como si de golpe volviera a la realidad y se preguntara ¿Qué había pasado?, ¿Qué estaban haciendo?, se habían acercado tanto, ¿cómo había sido posible?.

Finalmente Aioria hizo afán de moverse lenta y cuidadosamente de encima de Shaka.

-Debo ir.-

-Lo sé…-

Aioria había levantado su peso y se quedo así, apoyado sobre sus rodillas, una a cada lado de las caderas de Shaka que aun quedaba tendido sobre la cama y sus manos apoyadas en el colchón a cada lado de su cabeza como si no fuera a dejarlo escapar… pero Shaka no tenía intención de hacer eso… sus miradas se conectaron una vez más como si se suplicaran la una a la otra “no te vayas”, “¿Qué estás haciendo?, no te alejes”, “quédate aquí…”.

Pero los gritos de una discusión de su nuevo par de visitantes era demasiado ruidosa como para ignorarla, así que reuniendo todo su autocontrol Aioria toma aire para ponerse de pie casi de un salto, acomodarse un poco el cabello, tomar una de sus playeras limpias colocadas sobre la silla y echársela al hombro antes de mirar a Shaka.

-Si les daré una patada…- Le dice con una media sonrisa antes de salir de la habitación cerrado la puerta a su paso.

Shaka sonríe ante ese último comentario y suspira… esta solo ahora, mirando la superficie de su cama, sintiendo los latidos de su corazón y ese cosquilleo aun ahí en su vientre… se gira quedado boca arriba y preguntándose… ¿Qué estaba a punto de pasar?

Si… la misma pregunta cruzaba por la mente de ambos…

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