domingo, 5 de enero de 2020

Bajo las leyes del universo + Cap. 1 + Parte 1

Cap. 1 + Parte 1



 Y así ha sido desde entonces, de eso ya habían pasado seis meses desde que abrieron los ojos nuevamente en este mundo en la sala principal de Kanon, ahora nuevo patriarca del santuario.

Ha sido un tiempo difícil, desde el primer instante que se les permitió recuperar la vida, no fue sencillo. Aquellos que una vez fueron llamados los caballeros más poderosos de Athena, no podían ni dar un paso sin sentir inseguridad o mareo, cada uno era doloroso, el sol quemaba demasiado, sus ojos dolían y no podían enfocar bien; incluso Shaka, que por años jamás necesito de sus ojos físicos para mirar a su alrededor, se vio envuelto en la incertidumbre de no poder ver ni sentir nada y tuvo que hacer el máximo esfuerzo de confiar en sus ojos y otros sentidos para intentar moverse con la misma torpeza de un niño de tres años.


Ese primer día se les permitió descansar en sus templos a los que bajaron acompañados de guardias que estarían a su cuidado y servicio hasta que lo necesitaran; aunque las cosas siguieron siendo confusas y difíciles las semanas siguientes, ninguno de ellos quería salir de sus respectivos templos, y si por casualidad al asomarse a la puerta se cruzaban la mirada con algún compañero, solo permanecían en silencio esperando a que alguno de los dos fuera el primero en apartar la mirada y seguir su camino.

Los días transcurrieron sin cambio alguno hasta que poco a poco cada uno comenzó a salir del refugio de su templo, se aventurara a cruzar las fronteras del santuario y bajar al pueblo y meses después hasta la ciudad y mezclarse con naturalidad entre la gente local y los turistas.

Excepto Shaka, que junto con Mu, Camus, Saga y Kanon evitan salir con frecuencia del santuario; y sobre todo este último con su nuevo deber ahora como patriarca. Los cinco enfocándose en las que eran sus actividades acostumbradas y ayudando a Kanon en administrar y reconstruir el santuario; a excepción de Shaka que por el momento su cosmos se encuentra tan dormido que difícilmente sería capaz de seguirle el paso a un caballero de plata o de bronce.

Son las 7 am de un nuevo día y el santuario ya se encuentra activo en pleno entrenamiento de los aprendices y algún otro caballero de plata, mientras que los residentes de las 12 casas en su mayoría apenas iniciaban su día, poco a poco comenzaban a salir y recorrer las escaleras camino a saludar a sus compañeros vecinos, o al pueblo; en algunos se escuchan risas, platicas amenas e incluso música. 

Todo el lugar está lleno de vida, aunque en algunos sitios aun hay silencio, donde el tiempo pareciera haberse detenido, en particular una casa llena de paz y silencio, donde un tenue aroma a incienso se percibe en el aire y guía hasta la gran puerta que da al jardín donde un hombre joven  se encuentra sentado bajo la sombra de los sales gemelos, sus cabellos largos y rubios están recogidos en una coleta baja y floja que luce algo desarreglada y con pequeñas hojitas y flores enredadas entre los finos hilos dorados, su ropa que solo consiste en una camisa de manga larga y túnica blancas de algodón, se encuentran sucias de algunas manchas de tierra y hojas, así como sus manos que aunque permanecen sobre su regazo entrelazadas, se pueden notar los mismos rastros de tierra y pequeños rasguños en ellas… cualquiera que lo conociera se sorprendería de ver al alguna vez poderoso Santo de Virgo en esas condiciones y no podría evitar preguntarse ¿Qué es lo que le ha pasado y por qué permanece ahí en ese estado?... ¿Qué es lo que cruza por su mente?

-Se… que Camus a intentado entrenar todos los días por su cuenta y a obtenido pequeños resultados, se que Mu no perdió del todo su cosmos al igual que Saga, y Kanon que aun tiene su poder intacto… y luego yo, que sigo aquí como todos los días, sentado en la sala de los sales gemelos que han vuelto a florecer; contándote mis días, contándote mis dudas, las alegrías que han llegado a mi nueva vida esperando escucharte tan claramente como lo hacía desde que era tan solo un niño… pero Buda, solo me rodea el silencio… mis ojos cerrados no ven más que oscuridad, mi corazón tiene dudas de mi existencia, mi alma se siente tan sola e incompleta… ¿algún día volveré a escucharte?, por favor señor, mi gran maestro Buda, necesito saberlo… ¿es que acaso ya no soy digno de volver a ser tu discípulo?... ya no se cual es mi camino.-

Se repetía Shaka en susurros todas las mañanas desde que se les permitió volver a la vida y al santuario; no había logrado habituarse a su nueva existencia por completo y se quedaba durante horas intentando meditar, algo que antes era tan sencillo con solo relajarse y entrar en sincronía con el universo entero; y ahora no era capaz de concentrarse cinco minutos antes de que algo le desconcentrara, un ruido lejano de voces proveniente de la arena de entrenamiento, un par de aves, o incluso el mismo viento; tanta era su desconcentración que ahora Shaka ni siquiera notaba cuando alguien entraba en silencio a su templo; como en esta ocasión que una sombra sigilosa ya se le acercaba, rodeándole los hombros firmemente con sus brazos y susurrarle.

-Te atrape…-

-¡Ah!- Shaka abre los ojos al sentir el cálido aliento en su oreja provocándole un estremecimiento que le hace intentar levantarse y correr en la sorpresa. -¡Aioria!- Pero sus piernas parecían negadas a responder con rapidez y al sentir el peso extra en su espalda, ambos caen de frente estampándose contra las flores. -¡Hey no, basta, ya déjame ir!-

-Jaja, no, yo te atrape.- Dice divertido el león aferrado a Shaka, rodeando su delgado cuerpo con sus fuertes y firmes brazos.

-Ya, pesas demasiado.- Se queja Shaka intentado arrastrarse para escapar, pero sin obtener mayor resultado.

-¡Claro que no!- Replica Aioria negándose a soltarlo hasta que Shaka finalmente se rinde y ambos quedan tirados sobre el pasto.

-¡No!, no es justo- Vuelve a intentar zafarse de su agarre. –¡Siempre llegas sin avisarme!-

-Jaja, eso es obvio.- Ríe Aioria acostumbrado a la situación. –Si te avisara no sería divertido.-

-Ahhh, olvídalo…- Suspira Shaka dejando de oponerse, su tono intenta sonar molesto, pero en realidad no lo está, ya está acostumbrado a ser sorprendido así más de una vez a la semana por su “inquieto” amigo.

-Jaja… entonces… ¿yo gano?- Pregunta Aioria aflojando su abrazo pero sin dejar de rodear a Shaka deslizado una mano hasta su cintura.

-Uhm, si… como por milésima ocasión.- Se gira lentamente hasta quedar boca arriba mirando a su amigo con una dulce sonrisa. –Siempre ganas…- Le mira atentamente fijando sus ojos azules en la profundidad de ese brillante par de esmeraldas de Aioria.

No es la primera vez que piensa en que aun cuando es la misma persona, el mismo compañero y amigo que ha conocido desde su infancia, Aioria ahora luce algo diferente; para empezar su ropa, ya no usaba la misma ropa de entrenamiento, ahora prefería usar algo mas casual como una camisa negra de algodón y manga larga con los primeros botones abiertos, pantalones tipo militar o mezclilla y botas de agujeta, justo como en ese momento, su cabello castaño ahora está un poco más largo de la parte de tras haciendo que se desvanezca levemente su rizado natural, esa en un inicio rara y curiosa barba que por alguna razón había decidido dejarse, enmarcaba aun mas su rostro a la perfección; eso sin olvidar por supuesto esa pieza de metal, ese pequeño aro en la esquina izquierda de su labio que una tarde sin más, Aioria decidió ponerse en una de sus tantas visitas a la ciudad en compañía de Milo.

Al observarlo detenidamente Shaka tuvo el atrevimiento de deslizar la punta de su dedo índice sobre dicha pieza de metal, ¿le habrá dolido demasiado?, se peguntaba en ocasiones; era atrayente esa sensación curiosa que le daba, y a Aioria le gustaba ser su centro de atención, así que sonrió con cierta coquetería y le movió las cejas sugerente ganándose una tímida risa de parte del rubio.

-¡Ya! Buenos días gatito.- Termina rascándole la barbilla provocándole cosquillas a Aioria quien igualmente acaba riéndose.

-Buenos días mi pequeño Buda.-

-Uhmm ¿por qué aun sigues llamándome asi?- Entre cierra los ojos desviando un poco la mirada.

-Pues porque para mí nunca dejaras de serlo.- Aioria se estira y acomoda plácidamente sobre el césped, de lado hacia Shaka apoyando el codo sobre el pasto y recargando la cabeza sobre su mano para poder mirarlo.

-Aioria, pero ya sabes que yo ya no puedo…- Intenta decirle con algo de pesar pero es interrumpido nuevamente por el joven león.

-Nada de eso, sabes que no me refería a eso, si es verdad que ahora no podemos elevar nuestro cosmo y somos como todos los demás… humanos… pero ¿qué hay de malo en eso?- 

Mira a Shaka intentando parecer serio pero no puede, al ver ese par de hermosos ojos azules como el cielo siente algo dentro de sí estremecerse; sabe cómo se siente Shaka, comprende que después de años de ostentar el título de caballero dorado y “el más cercano a los dioses” y regresar a la vida sin una milésima parte de ese inmenso poder que poseía, sintiéndose tan débil físicamente, que parecía que la vida misma le indicara que definitivamente debía olvidarse de volver a ser caballero, que su nuevo destino estaba en otra parte, no era fácil; él mismo sintió esa incertidumbre por más de mes y medio, sin embargo, había encontrado el modo de superarlo más fácil, salía con sus amigos, sobre todo con Milo frecuentemente a la ciudad, y gracias a eso había descubierto que había más allá de las murallas del santuario. Le gustaban las noches donde fácilmente podía encontrar bebida y fiesta en el área turística de Atenas y los fines de semana eran para disfrutarse hasta el amanecer, incluso había hecho amigos en la ciudad; eso le gustaba, gozaba su nueva vida, ¿por qué era tan difícil para Shaka desprenderse de esa vida de caballeros?... eso era pasado y ahora tenían un futuro.

-Sabes una cosa.- Finalmente hablo Aioria después de una pausa de solo concentrarse en el azul de los ojos de Shaka. –No importa lo que nos haya pasado, ni una guerra santa, ni ir directo al infierno, o congelarnos en los hielos eternos de Asgard… o pelear contra todo el Olimpo, nada cambiaría quien eres; tan amable, tan prudente, tan paciente, tan compasivo, tan empático, tan enigmático… tan dulce… tan brillante como el mismo sol… y tan hermoso como la vida misma…-Termina por decirle en un susurro.

-Aioria yo…- Se sentía confundido por sus palabras y sin darse cuenta un leve rosado comenzaba a teñir sus mejillas. Sus palabras sonaban sinceras y hermosas. - ¿Yo era así como caballero?-

-Ja, no… de hecho eras temible, estaría completamente loco quien no se diera cuenta de la fuerza de tu presencia…- Suspira. –Pero no me refería a eso, sino a ti como persona, siempre estuviste cerca y me ayudaste a tu manera, con algún consejo, con tu presencia… aun en tu silencio, sabía que confiabas en mí, porque en el fondo de tu corazón sabias que mi hermano era inocente y yo aunque estaba lleno de rabia, aun así sabias que buscaba justicia y la verdad, no solo venganza, ¡y cada vez que me enfurecía y estaba a punto de estallar!... aparecías tu… tu sola presencia aliviaba mi alma.-

-Pero al parecer no lo hice lo suficiente… años después terminamos peleando por diferencias de opinión y nos alejamos, ya no iba a tu casa, ni tu venias a la mía por…-

-Olvida eso…- Aioria se acerca lanzándose a abrazar a Shaka como si fuera un niño buscando afecto, volviendo a rodearlo por la cintura y estrecharlo con fuerza. –Las circunstancias nos alejaron, pero no volveré a dejarte.-

-Ah… Aioria…- Se quejo quedamente al sentir el fuerte abrazo que nuevamente le impedía moverse. –A… Aioria, me duele…-

-¡Ah!- y solo bastaron esas palabras para que en automático el castaño soltara a Shaka y se sentara asustado. -¿Qué te duele?, ¿te hice daño?- Le pregunta de inmediato auténticamente preocupado.

-Oh, no, no pasa nada.- Shaka se incorpora hasta sentarse también. –Fue por la caída…-

-¿Caída?, entonces si fue mi culpa; Shaka, siento haberte sorprendido, ya sé que debo dejar de hacerlo es solo que…-

-Calma, espera, no fue tu culpa… yo me caí esta mañana.- Le responde con calma, como si aquello ya fuera de lo más habitual… cosa que tristemente si era cierto.

-¿De nuevo?, Shaka pero ¿Qué estabas haciendo?- Le mira seriamente con el seño fruncido.

-Ya, no me regañes gatito.- Intenta darle un golpe juguetón, pero Aioria le toma de la muñeca aunque sin ejercer ninguna fuerza.

-Dime…- Exige el griego.

-Bueno…- Responde Shaka con cierto aire de no darle tanta importancia al asunto. –Desperté temprano, así que decidí limpiar la casa, el jardín, y me sentí tan bien que pensé que hoy seria “el día”.-

Y Aioria sabía perfectamente a que se refería con “el día”… el día en que su cosmos despertara otra vez y pudiera moverse libremente sin necesidad de usar sus ojos… como antes,  no era la primera vez que Shaka lo intentaba, y hasta ahora ninguna había resultado y acababa tropezándose o tirando alguna cosa accidentalmente; así como la primera vez que Aioria se dio cuenta; una mañana en la que a solo instantes de despertar, un gran estruendo en la casa de Virgo lo alerto y salió corriendo para saber que había pasado, encontrándose a Shaka sentado en el piso y un recipiente de agua hirviendo derramado por el suelo. Y como esa vinieron otras más, como golpearse la cabeza con un mueble o tropezar en las escaleras; y en algunas de esas ocasiones no había estado él cerca para evitarlo.

Aioria deseaba tanto decirle que dejara de insistir ¿Qué podía hacer para que simplemente se olvidara de eso y se dedicara a… vivir?… y estaba a punto de hacerlo, cuando su mirada se desvía hacia la mano de Shaka aun sujeta de la muñeca con la suya, y pudo notar que tenia rasguños en ella y raspaduras en los nudillos.

-¿Te duele mucho?- Odiaba tanto verlo herido.

-No más que de costumbre…- Shaka le sonríe para tranquilizarlo.

-Vayamos adentro, te curare.- Aioria se pone de pie ofreciéndole a Shaka su mano para ponerse en pie.

-No estoy tan mal, pero gracias…- Toma su mano y se levanta, Aioria da unos cuantos pasos para adelantarse pero se detiene.

-¿Estás bien para caminar?- Pregunta al ver que Shaka no se ha movido; lo observa y su cabello era un completo desastre… “un hermoso desastre”, lleno de pequeñas hojas y pétalos; aun enredado seguía siendo brillante y suave, era como una clase de “visión divina”, no lo negaba, le gustaba mirarlo… pero entonces algo llamo su atención, su ropa estaba realmente sucia y estaba descalzo como ya sabía que acostumbraba a hacerlo, pero algo le decía que una simple caída no era todo lo que había pasado.

-Sí, solo me sacudiré un poco…- Pero, no le deja tiempo para reaccionar otra vez, cuando unos firmes brazos ya lo han levantado y puesto sobre su hombro y sujetándolo de las piernas. -¡Aioria, esto sí que no, bájame enseguida!- Grita sorprendido intentado soltarse.

-No.- Fue su única respuesta ya camino al interior del templo.

-Ah… Aioria por favor…- Suplicaba Shaka cubriéndose el rostro de la frustración, ¿Cómo era posible que incluso en fuerza física Aioria también fuera superior?, antes jamás lo hubiera permitido, porque claro, el jamás se habría lastimado por una tontería. –¡¡Aioria bájame, no soy un costal de papas!!…-

-Ya se… eres un rubio costal de papas muy bonito y que se mueve demasiado.-

-¡Aioria!-

-Vaya, vaya… que interesante…- Escuchan una voz conocida, y al mirar en esa dirección ven a nada menos que a Aioros asomarse desde una columna. –Buen día “niños” ruidosos.- Saluda alegremente.

-Hermano, ¿Qué haces aquí?- Aioria lo mira intrigado.

-Aioros… Aioros ¡dile a tu hermano que me baje enseguida!- Exige Shaka con enfado, aunque eso lejos de asustarle a Aioros parece causarle gracia.

-Jaja pero sí parecen divertirse tanto.-

-¡Aioros!-

-Ok ya jaja, Aioria ya bájalo o se enojara más-

-Está bien, está bien…- Resignado finalmente lo baja y aunque Shaka intenta recuperar la compostura para saludar apropiadamente a su hermano, Aioria nota cierta expresión de incomodidad y dolor en el rostro de Shaka.

-Aioros, lamento no haberte dado la bienvenida apropiadamente… ¡pero tu hermano no me escucha!-

-¡Oye!- Responde indignado.

-¡Ajajaja!- Y para sorpresa de ambos es Aioros quien termina soltando una sonora carcajada. –Al contrario creo que somos nosotros los que deberíamos disculparnos por haberlos interrumpido,  creo que se la estaban pasado bastante bien.-

-“¿Nosotros?”- Preguntan Shaka y Aioria al mismo tiempo.

-Si… nosotros.- Aioros les señala hacia la entrada del templo donde un chico de cabello negro esta recargado en un pilar de la entrada. –¡Vamos saluda Shura!- le grita haciéndole señas con la mano.

-Buenos días…- Saluda con el mismo semblante serio y frio de toda la vida sin moverse de la entrada.

-Buen día Shura, Aioros, son bienvenidos a mi casa.- Shaka les da la bienvenida cortésmente y en respuesta Shura asiente con la cabeza y se acerca.

-Sobre interrumpirlos, me disculpo en nombre de Aioros, yo le dije que debíamos seguir.-

-Ehhm…  !un momento, un momento! Hermano ¿Qué fue lo que viste?- Pregunta un Aioria algo apenado.

-Ahm a ver déjame pensar- Se rasca la barbilla. –Algo asi desde “ohh te atrape, eres mío y no te soltare!! Oh Shaka!!!- Dice obviamente con burla.

-¡Oye yo jamás!... espera ¡si nos estabas espiando!- Ahora si estaba notablemente apenado y no es que le molestara que supieran que su amistad con Shaka se había vuelto más cercana y quizás aun más que antes, pero había detalles que prefería guardase mas para ellos dos y no quería que su amadísimo hermano anduviera contándolo y exagerando los detalles en todo el santuario, ya lo conocía bastante bien.

-Jaja, vamos no es para tanto hermanito.-

-Yo insistiré en que le dije que era incorrecto mirar.- Vuelve a repetir Shura sin cambiar su semblante.

-Ay vamos por favor, es mi hermanito, tengo que enterarme de lo que hace, demás no sería un digno hermano si no invadiera su espacio personal.- Insiste Aioros sin la más mínima vergüenza.

-¡En realidad, espero que no sepas todo lo que hago!-

-Te sorprenderías…- Suspira Shura cruzándose de brazos. –Se la pasa espiando y curioseando en las casas de los demás, o entra sin avisar siendo inoportuno, como ahora… y honestamente no recuerdo que tu hermano fuera así.-

-Oigan no hablen como si no estuviera presente.- Reclama Aioros haciendo un mohín de enfado algo infantil. –Lo hago por instinto, aun no supero cuando llegaron al santuario; todos eran niños muy pequeños y Saga y yo éramos quienes teníamos que vigilarlos para que estuvieran bien y no se metieran en líos. Y en este caso… -Le apunta con un dedo directo a su hermano. –Te vigilo para que no hagas locuras.-

-Aioros… ahora tengo 26 años-

-Eso no me importa… siempre serás mi hermano menor, así que te aguantas.- Le saca la lengua de modo infantil haciéndole pensar a los ahí presentes ¿quién era el menor ahora?, Aioria actuaba de manera más madura que el mismo Aioros que aun con su apariencia y esa barba que también se había dejado, actuaba de manera tan simple, despreocupada y a veces un poco imprudente, que nadie creería que fue un sacrificado y entregado caballero al servicio de Athena. –Aunque se, que si estas con Shaka te portaras bien y no te meterás en problemas.-

-¿Conmigo?- pregunta Shaka curioso.

-Claro, desde que se conocieron siempre ha sido así ¿no lo recuerdan?- Responde Aioros con cierta emoción, pero los demás solo se miran confundidos. –Vamos, ¿en serio no se acuerdan?, les contare… fue cuando recién estaban llegando como aprendices al Santuario…-


Todo había ocurrido hace 18 años…

Apenas llegaban los nuevos aprendices de caballeros, todos increíblemente talentosos y prodigiosos. Shion que era el patriarca en ese entonces, se sentía muy orgulloso de los nuevos prospectos a caballeros dorados, además atravesaban una etapa de tanta paz que el mismo Shion les sugirió a Saga y a Aioros que se olvidaran de los entrenamientos pesados por un tiempo y que les permitieran a los nuevos aprendices conocerse y socializar como lo que realmente eran, niños; solo niños con el deseo de jugar y correr por todas partes, que les permitieran tener esa libertad por lo menos unos meses antes de que tuvieran que volver a la realidad que les acompañaría el resto de sus vidas.

-Vamos hermano apresúrate- Decía un Aioria de apenas 6 años acabando de desayunar a toda prisa y llevado sus platos sucios a la cocina. –¡Vamos, vamos, se hace tarde Aioros!-

-Aioria por favor…- Bosteza un Aioros acabado de levantar rascándose la cabeza. -¿Por qué me levantas tan temprano?, Dios ni siquiera a amanecido por completo, ¿sabes siquiera qué hora es?- Se deja caer en una silla frente a la mesa.

-Claro, son las 5:30 am- Responde trayéndole apresurado un plato con pan, mermelada, queso fresco, yogurt, una taza de café recién hecho, algo de fruta y unos huevos cocidos, dejando a un sorprendido Aioros que mira con la boca abierta todo lo puesto sobre la pequeña mesa de madera.

-Ahora come y termínate todo hermano.- Dice Aioria con orgullo al ver la expresión de sorpresa de su hermano mayor.

-Tú, ¿hiciste todo esto?-

-Por supuesto, y yo ya desayune, así que… date prisa-

-Ahm momento, momento, para empezar, ¿Cuál es la prisa?-

-Ahm… ninguna- Se hace el inocente.

-Aioria ¿Qué fue lo que hiciste?...- Le mira entre cerrando los ojos.

-Ay nada Aioros, que desconfiado eres.-

-Como si no te conociera… anda dime, ¿te metiste en problemas con alguien?-

-No.-

-¿Rompiste algo?-

-No.-

-¿Perdiste algo?, ¿quieres ir a alguna parte?, ¿dijiste algo que no debías?-

-Ay ya te dije que no, lo segundo si… y lo último tampoco… eso creo.-

-¿Quieres ir a alguna parte? Mmm espero no quieras salir del santuario, sabes que no está permitido.-

-No, afuera no, aunque a veces si me gustaría.- Admite. –Pero a donde quiero ir es aquí en el Santuario.-

-Ya lo conoces hasta mejor que yo.- Ya más tranquilo, Aioros se anima a dar su primer trago de café. –No sé a dónde quieres ir que no conozcas.-

-Si conozco el lugar, quiero ir a la sexta casa.- Responde Aioria firmemente cerrando sus pequeños puños sobre la mesa.

-¿A Virgo?- Aioros lo mira confundido dándole la primer mordida a su pan con queso. -¿Para qué quieres ir a la casa de Virgo a estas horas?-

-¡Quiero ver a Shaka!...- Grita exaltado poniéndose de pie sobre su silla, aunque de inmediato parece avergonzarse por lo que está por pedirle a su hermano y vuelve a sentarse. –Quiero, que me acompañes.-

-¿Yo? Mmm la verdad yo quiero volver a dormir.- Se hace el desinteresado bostezando y rascándose el costado.

-¡Hermano!, ¡por favor, por favor, por favor!- Repite el pequeño Aioria una y otra vez jalándolo del brazo.

-Ok ya, no hagas berrinche tan temprano, explícame para que quieres ir a ver a Shaka y ya veremos… además ¿a estas horas no crees que este durmiendo?... porque yo si quisiera…-

-No, no, para nada, Shaka se levanta muy temprano todos los días y se sienta a hacer esa cosa que hace todo el tiempo… meditar.-

-Bueno si hace eso todo el tiempo, ¿no crees que lo estarás interrumpiendo?-

-¡No!, es decir… ¡si! eso quiero, solo está sentado todo el día con los ojos cerrados, nunca sale a jugar con nosotros… y cuando no está meditando, se pasa el día hablando con Mu, o leyendo… con los ojos cerrados.-

-Uhm ya veo.- Aioros sonríe un poco al ver la expresión que ha puesto su pequeño hermano al mencionar el nombre de Mu; un poco caprichosa, un poco enojada, quizás algo celoso o triste, eso si no lograba descifrarlo. –Entonces asumo que solo quieres invitarlo a jugar.-

-¡Si!- Le sonríe emocionado.

-Jaja, pero Aioria, tu eres tan sociable que no necesitas que yo te acompañe, puedes ir a invitarlo a jugar tu solo.-

-Ya lo hice ayer.-

-Y ¿entonces yo que tengo que ver?- Pregunta Aioros ya un poco mas despierto.

-Ya veras, tu solo acompáñame.- Le responde con una gran sonrisa el pequeño castaño.

-Está bien, está bien, ya casi termino.- Aun tenia sueño, pero sin duda Aioros adoraba a su pequeño hermano, y sea cual sea la idea que tenía en mente, podía ver en sus ojos aun llenos de inocencia; un brillo juguetón y sincero; sabía que no quería hacer nada malo, ese pequeño era su más grande tesoro y quería verlo feliz.
Media hora más tarde, ambos hermanos bajaban a toda pisa desde Sagitario hasta la sexta casa, saludando a su paso a los pequeños aprendices de caballeros que aun descansaban y disculpándose por despertarlos de manera tan abrupta.

-Aioria, dame un segundo.- Le pide Aioros deteniéndose en una de las columnas de Libra.

-No, no, ya se ha hecho tarde, te dije que saliéramos enseguida de que terminaras el desayuno.-

-Bueno tenía que bañarme y arreglarme un poco, no esperarías que corriera escaleras abajo por todo el santuario en pijama… considerado que solo uso ropa interior.-

-Eres muy lento… y ya son las 6 am ¡tenemos que llegar primero!- Replica el pequeño Aioria tomando de la mano a su hermano y apurándolo a continuar.

-Sabes, no estaríamos corriendo por medio santuario al amanecer si tú hubieras aceptado vivir solo por tu cuenta en Leo.-

-Ya sé, pero todavía no quiero…-

-No entiendo porque, si todos los demás aprendices lo hacen…-

-Lo hacen porque están solos… y no tienen familia.- Responde el pequeño ya entrando a los terrenos de Virgo. –Y eso es muy triste… no tienen quien los cuide, abrace por las noches y les cuente historias… pero yo te tengo a ti hermano…  no quiero que te sientas triste porque no tenemos padres, y si estoy contigo te cuidare y no te dejare solo.-

-Aioria…- El cómo hermano mayor debería decirle esas cosas, pero sabía que era su modo de ser  y expresar cuanto quería y se preocupaba por otros, haciéndose el fuerte aunque en el fondo tuviera miedo.

-Mira hermano, llegamos primero…- El pequeño Aioria finalmente suelta la mano de Aioros dándole un respiro después de hacerlo correr sin parar, para luego adelantarse él solo hasta la sala principal de Virgo siendo guiado por el dulce aroma a incienso. -¡Shaka buenos días!-

¡Qué niño tan escandaloso!, pensaba Aioros, pero aun así no podía evitar reír por dentro, su hermano podía ser un verdadero caos, pero era encantador a su manera, y la verdad, tenía que admitir que el ambiente solemne y frío de la casa de Virgo se aligeraba con los gritos de alegría de su “pequeño cachorro”.

-¡Aioria!... – Responde con sorpresa un pequeño niño de cabellos rubios sentado sobre una flor de loto. –Vi… viniste temprano…- dice aun algo dubitativo, al parecer no se esperaba recibir visitas y sobre todo una tan escandalosa.

-Claro, como te lo prometí y… traje a mi hermano.- Le hace señas para que se acerque.

-Ya… ya veo, les doy la bienvenida a mi casa.- Responde el pequeño Shaka desde su posición de meditación pero haciéndoles a ambos una respetuosa reverencia.

-Oh vaya, jaja, de repente comienzo a sentirme intimidado.- Responde Aioros haciéndole también una reverencia a Shaka. –Pero por lo que veo eres un niño muy educado y es un gusto saludarte, aunque me preocupa haberte interrumpido.-

-Oh, no se preocupen, es solo que en el tiempo que llevo en el santuario, muy pocas personas han venido a verme, así que ¿en qué puedo ayudarlos?.-

-Ehm eso si no lo sé.- Responde Aioros mirando a su hermano que aunque aún no había vuelto a decir nada, seguía con la misma expresión de emoción en su rostro.

-Shaka, ¿recuerdas que te dije que quería que fuéramos a jugar y a pasear juntos por el santuario?.- Habla finalmente el pequeño castaño.

-Si…- responde el pequeño Shaka en voz baja.

-Pero, me dijiste que no sabias si era correcto y dejar tu entrenamiento, a pesar de que te dije que teníamos permiso del Patriarca; y que en todo caso por lo menos necesitabas permiso de un adulto y caballero del santuario así que… traje a uno.- Sonríe. –Aunque la verdad muy adulto no es…-

-¡Oye!.-

-Pero si es un gran caballero…-

-Oh… ya veo.- Shaka gira “la mirada” hacia Aioros, y aunque efectivamente no había abierto realmente los ojos, Aioros nota como levanta sus pequeñas cejas en expresión de sorpresa. –Yo, puedo notar que es cierto, siento que en usted hay una energía muy poderosa y en su corazón una gran nobleza.-

-Vaya, ahora me siento apenado, ¿en verdad puedes saber todo eso de mi sin verme?- Pregunta Aioros curioso.

-Por supuesto, no necesito de mis ojos físicos, puedo percibir la energía de todo ser viviente sobre la tierra, así como su estado de ánimo, sus intenciones, o si dice la verdad o no.-

-¿Y también de mi?- Aioria se pone frente a Shaka. -¿Puedes saber cosas de mí así como las que dijiste de mi hermano?-

-Ah…- Sus cejas se fruncen entre en duda, preocupación y un leve sonrojo que al parecer solo Aioros ha sido capaz de notar. –No, no lo sé, es confuso, se sienten muchas cosas.- Responde nervioso bajando el rostro tomándose las manos.

-Uhm eso no es justo.- Infla los cachetes. –¿Y si abres mejor los ojos?, así estarías más seguro.-

-¡No! No puedo hacer eso, es muy peligroso.-

-Mmmm ¿por qué?- Aioria no parece nada convencido. –Creo que una persona tan bonita como tú no haría nada malo.-

-¡¿Qué?!, no, no soy bonito, yo soy… soy…- Se le empiezan a poner rojas hasta las orejas. –¡Ah no lo sé, no puedo pensar!- Tanto que termina escondiendo el rostro entre sus manos.

-¡Ay claro que sí! ¿Qué no te has visto en un espejo?... ay si es cierto que no abres los ojos… se me olvido.-

-¡Aioria por Dios!- Que esfuerzo estaba haciendo Aioros para no doblarse de risa, su hermano era un completo atrevido e imprudente, no con malas intenciones pero ¡lo era!.

-Vaya, pero ¿quienes hacen alboroto tan temprano?.- Se escucha una voz aproximarse.

-Ah, señor, gran Patriarca Shion- Aioros se sorprende pero de inmediato se inclina haciendo una reverencia. –Buenos días señor y disculpe el escándalo es que Aioria…-

-¡Hola!...- Se asoma sonriente e inocentemente desde atrás de su hermano, cuando una cabecita de cabello lila y enormes ojos también se asoma desde la espalda del patriarca. –Oh…-

-¡Shaka muy buenos días!- Se acerca corriendo el pequeño pelilila a abrazar a Shaka dejándolo sorprendido por la repentina muestra de afecto.

-Bu… buen día Mu…- Responde el abrazo con timidez.

-Mu…- Habla Shion. –Aunque comprendo tu emoción, espero no estés olvidando tus modales.-

-Ah, no, lo siento maestro.- Mu finalmente suelta a Shaka y se da la vuelta para saludar apropiadamente. –Les saludo caballero Aioros de Sagitario… y…- Toma a Shaka del brazo. –Hola Aioria.- Le dice con una sonrisita encantadora.

-Ahm si… hola Mu…- Dice Aioria bajando la mirada, al parecer algo había hecho que su infinita alegría se desvaneciera un poco… y eso no había pasado desapercibido por su hermano mayor.

“Oh Aioria, ya entiendo… lo siento”.

Piensa Aioros mordiéndose el labio inferior y despeinando cariñosamente a su pequeño hermano.

-Bueno pero…- interviene Shion al notar que el ambiente del lugar ha decaído. –Y díganme, ¿planeaban salir a algún lugar interesante el día de hoy?-

-No, bueno yo en verdad no tenía nada planeado.- Responde Aioros. –Solo veníamos… pasábamos a…-

-Quiero… ¡quiero que Shaka salga conmigo!- Se sonroja. –A jugar… quiero que salga a jugar… conmigo- Dice Aioria de pronto sorprendiendo a los presentes.

-Pero a Shaka no le gusta ir a sitios con demasiada gente o peligrosos.- Interviene Mu muy seguro y sonriente. –¿Verdad que si Shaka?-

-Ehm, bueno es verdad que no voy a donde haya muchas personas, aun creen que es extraño que alguien como yo haya sido aceptado como aprendiz.-

-No les hagas caso…- Dice Aioria queriendo acercarse, pero lo duda al ver que Mu toma su brazo con más firmeza. –Ya te dije, que tu eres una persona muy bonita… además no te llevaría a un sitio peligroso, seria a donde tu quisieras…-

-¡Yo sé lo que a Shaka le gusta hacer!, le gusta leer y hablar conmigo.-
Si, estaba bien que Mu haya sido el primero en animarse a hablarle, pero no era como si los demás no lo hubiesen intentado ni una sola vez, pero siempre había algún impedimento, ya fueran días de entrenamiento, la timidez inicial de Shaka… o Mu, que parecía querer acapararlo todo el tiempo ya que había sido el único en lograr sacarle conversación y compartir algunos gustos… y eso definitivamente a Aioria no le gustaba.

-¡Pero eso es injusto!, tu si hablas con los demás, tu sales de viaje con tu maestro, puedes ir a muchos lados del Santuario e incluso acceder a su templo porque es el Patriarca; Shaka también podría ir a todas partes y hablar con quien desee, yo vine; pero no soy el único que tiene curiosidad por conocerlo.- Dice Aioria muy seguro cruzándose de brazos.

-¿En serio?- Y nuevamente una pequeña chispa de ilusión resurge en el templo; al oír a Aioria, Shaka sentía que era sincero, además no podía negarse a sí mismo que desde que había llegado, eran muy contadas las veces que se había atrevido a salir de su templo cuando sabia que Mu tenía tiempo libre, y casi siempre iba solamente hasta el templo de Aries cuando sabia que la casa de Tauro, Geminis y Cancer estaban vacías por los entrenamientos. -¿En verdad les agradare?-

-¡Claro que si!, Shaka a mi me agradas mucho…-Y mágicamente el ambiente había vuelo a cambiar y los ojos de Aioria volvían a brillar.

-Yo te llevare a donde quieras.- Vuelve a intervenir Mu. -¡Ah! Ya sé, ven con nosotros, mi maestro y yo saldremos de viaje, maestro Shion ¿verdad que Shaka puede venir con nosotros?, ya veras, nadie más que nosotros podemos salir del Santuario, iremos muy lejos a Jamir y estaremos nosotros tres, mi maestro tiene más libros y nadie podrá molestarte.-

-¡No!- Grita Aioria irritado. –Es exactamente lo mismo, Shaka está solo aquí todo el tiempo hasta que tú vienes y quieres llevártelo a hacer lo mismo, solo a leer a un lugar lejano y solo.-

-A… Aioria cálmate.- Le pide Aioros. –Señor disculpe a mi hermano, hare que se disculpe enseguida.-

-No es necesario Aioros, está bien.- Suspira. –En realidad creo que Aioria tiene razón en algo…-

-¡Pero maestro!- Reclama el pequeño pelilila. -¿Por qué Aioria tiene razón? Si yo sé perfectamente que…-

-Mu, ya está bien…- Le dice seriamente. –El viaje será largo y tengo algo importante que decirles, así que espérame afuera.-

-Pero Shaka…- Mu insiste.

-No, ya me escuchaste, y lo que tengo que decir él también debe oírlo, así que haz lo que te he dicho.- Y con estas últimas palabras el templo queda sumergido en un total silencio. Mu está totalmente sorprendido, su maestro jamás lo había regañado; y tanta era su sorpresa que parece resistirse a obedecer, pero al ver que la expresión de su maestro aun con la máscara de Patriarca es inamovible y Shaka no dice ni una sola palabra, finalmente suelta su brazo lentamente. –Sé que me escuchaste…-

-Sí, yo, entendí maestro.- Y sin poder resistirlo más y muy probablemente aguantándose las lagrimas, Mu se va corriendo hacia la salida de la casa de Virgo.

-No… no puedo creerlo.- Aioria susurra. –El patriarca me dio la razón…-

-Aioria shhh no digas nada.- Y Aioros casi está a punto de darle un golpe en la cabeza, ¿hasta en momentos así tenía tan poco tacto este niño?

-Oh si, perdón, perdón.- Y por reflejo Aioria se la cubre para evitar el golpe.

-Jaja, vamos ya les había dicho que no era necesaria una disculpa…- Responde Shion quitándose el casco y la máscara de patriarca, dejándoles ver un rostro de piel blanca y suave, con unas cuantas arrugas casi imperceptibles, una mirada penetrante, enormemente poderosa, llena de conocimiento y experiencia después de más de dos siglos de vida… y aun así se podía también ver en ella una infinita comprensión y nobleza.

-Señor, se ha quitado la máscara…- Aioros se sorprende tanto que su primera reacción es querer arrodillase, pero Shion se lo impide.

-Aioros, por favor dejemos por esta vez las formalidades a un lado.- Extiende para él, su casco y mascara de patriarca. -Te confío esto un momento.- A continuación mira a Shaka y a Aioria, se inclina colocando una rodilla en el piso para quedar a su altura. –Ahora, si me lo permiten, me gustaría hablar con ustedes.-

-¡Ah sí señor, señor… patriarca!- Responde Aioria nervioso.

-Jaja, vamos, solo llámenme Shion, sería más fácil ¿no te parece?.-

-Pero, usted es el patriarca, ¿eso no sería descortés?.- Pregunta Shaka inseguro.

-Uhhm bueno, sí lo es.- Pone expresión pensativa con una mano en la barbilla. –Pero  como yo mismo soy el patriarca, les doy permiso por esta vez ¿de acuerdo?- Les guiña un ojo y les sonríe. –Ahora me gustaría saber su opinión al respecto sobre lo que acaba de pasar; ¿Qué me dices tú Aioria?-

-Ahm, yooo… bueno no sé qué decir exactamente, creo que ya lo dije, solo quiero su permiso para poder jugar con Shaka y que conozca a los demás en el santuario… y…- Se rasca la cabeza y mira a su hermano. -Me disculpo si le dije algo que molestara a su discípulo señor… digo… ¡Shion!… ¡agh! Es muy difícil decirle así y verlo a la cara.- Se jala los cabellos frustrado.

-¿Mi cara?, jaja nadie me había dicho eso antes, ¿me veo tan mal?- Shion parecía divertirse mucho con la situación, al igual que Shaka, quien aunque no había dicho un sola palabra y se mantenía quieto, en su rostro se asomaba una diminuta sonrisa cada vez que Aioria se ponía nervioso y no sabía qué hacer o decir. –Creí que no me veía tan viejo… jaja pero está bien, ya no te preocupes por Mu, hablare con él más tarde, además como mencione, creo que tienes razón en lo que dices y no necesitas pedirme permiso; sin embargo, creo que es Shaka el que debe decidir si quiere salir contigo.-

Ambos voltean a mirarlo esperando una respuesta.

-Yo… no lo sé… ¿eso está bien?, ¿no debería quedarme aquí y continuar mi entrenamiento?-

-Puedes quedarte solo si me das una buena razón para eso.- Shion le responde con paciencia.

-Supongo que porque es mi deber, yo…- Shaka comenzaba a sentirse abrumado. -No sé que mas decirle, desde que recuerdo siempre se me indico que debía permanecer en meditación y entrenarme como caballero, pero hasta ahora no ha sido así, puedo sentir que en el santuario todos los aprendices juegan, ríen… parecen felices y entrenan muy ocasionalmente y no sé si se lo toman en serio o no.-

-Claro que es en serio, mi hermano ha entrenado muy duro, y yo he estado con él y por eso el pat… es decir, el señor Shion le entrego la armadura de sagitario.- Afirma el pequeño Aioria muy orgulloso de su hermano.

-Está bien Shaka, en eso tienes razón, muchos de tus compañeros entrenan aunque no lo han hecho de manera muy severa, pero ¿sabes la razón?-

-No, nadie me lo ha dicho…-

-Yo di esa orden…-

-Pero ¿Por qué?, ¿no se supone que debemos prepararnos para una posible guerra?-

-Shaka… escúchame… Soy consciente de que una posible guerra santa nos amenace, pero no olvido que todos ustedes son unos niños, y tu eres tan pequeño Shaka ¿y ya vives con tanta angustia en tu corazón?. Ya has vivido y visto cosas tristes y dolorosas, comprendo esa tristeza porque yo también las viví; y sin opción alguna me vi envuelto en una guerra tras otra desde que tenía su edad y cuantas veces no desee por lo menos alguna vez en mi vida ser un simple niño como todos los demás, siempre pensaba que no importaba la pobreza o el hambre, si por lo menos aun me quedara algo de esa inocencia y esperanza que tenían los demás niños... pero cuando me di cuenta ya tenía la responsabilidad de portar una armadura y arriesgar mi vida… vida de la cual no me arrepiento; pero en el camino perdí a muchos compañeros y amigos valiosos para mí.

Todos pasamos por las mismas circunstancias y jamás tuvimos un respiro, una simple oportunidad de jugar y reír, algo tan simple como sentarse bajo un árbol y mirar al cielo en completa paz… se bien que su destino no será fácil, ¿pero cómo puedo pedirles que amen y protejan un mundo que no conocen?, o ¿Cómo podría pedirles que en una batalla crean en compañeros en los que no confían?... Es cierto que existe la pobreza, la enfermedad, la tristeza, el dolor y la muerte; pero también existe la riqueza del alma, la salud, la felicidad, la dicha del amor y la vida… un Santo de Athena también debe conocer y entender eso para comprender su misión… Si te quedas aquí meditando solo ¿Qué recorrerá tu mente todo el tiempo?, tu cosmos se siente abrumado y triste, pero he logrado verte sonreír y sé que genuinamente tu corazón desea un respiro más allá de las paredes de este templo.-

-¿Qué?, ¿sonreír?.- Ahora él se sentía confundido, Shaka no recordaba haber hecho algo semejante, y no recodaba siquiera un motivo.

-¿No lo has notado?, porque yo si…-  Mira con una sonrisa cómplice a Aioria.

-¿Qué… yo?- Se señala a sí mismo. –Wow ¡¿cómo lo hice?!- Y ahí estaban de nuevo esas hermosas esmeraldas brillando con intensidad.

-Jaja, Aioria tu tampoco lo habías notado por lo que veo, pero creo que todos mis años de experiencia también me han permitido aprender a ver las más mínimas variaciones de emoción e intensidad en los cosmos de los demás, y cada vez que dices o haces algo en particular, Shaka sonríe.- Toca suavemente con la punta de un dedo en la pequeña mejilla blanca.

-Pero ¿cómo lo hice?, por favor dígame.- Se toma de la manga de su túnica. –Necesito saberlo, quiero que Shaka sonría todo el tiempo.-

Y solo eso basto para que con unas simples palabras los pequeños labios de Shaka se curvaran en una sutil sonrisa, de la que ahora si había sido consciente de haberlo hecho y no pudo evitar sonrojase e intentar cubrirse el rostro con las manos otra vez.

-Aioria, creo que sería más interesante si eso lo descubres tú. Solo necesitas saber que es suficiente con ser tu mismo para hacerlo sonreír.-

-¡Ay me la pone difícil!, mi hermano siempre dice que hago muchas cosas tontas o que soy muy imprudente con lo que digo.-

-Pft…- Shaka está a punto de reírse esta vez pero se resiste aun por la pena. –Ay… lo siento…-

-Lo vez Aioria, haces a Shaka feliz…- Dice Shion colocando su mano sobre la pequeña cabeza castaña.

-Es… es que Aioria, dice tantas cosas graciosas sin pensar…-

-Mmmm supondré que eso es bueno.- Responde Aioria inflando las mejillas.

-No recuerdo haber tenido nunca un motivo para reírme… me he sentido feliz en ocasiones al meditar y al sentir los cosmos de todos en el santuario; pero Aioria es… no lo sé… no lo entiendo, brilla… como si fuera fuego…-

-¿Qué… fuego?...- Shion pestañea sorprendió por la descripción tan curiosa de Shaka sobre Aioria.

“¿Sera posible?”

Si hubiera oído eso de cualquier otra persona, incluso de algún caballero como Saga o Aioros que ya poseían el poder y experiencia necesaria sobre el cosmos, si escuchara una descripción así, lo tomaría como algo no literal, sino mas como una comparación romántica, pero por los Dioses, ellos eran niños, y bien sabía que Shaka poseía un poder inimaginable y diferente, que podría ver más allá del séptimo y octavo sentido, el cosmos, la energía vital de cada ser viviente sobre la tierra, el conocimiento del ser interior… un poder que algún día sería capaz de ver hasta el pasado, presente y futuro de las almas de cada ser humano… ¿sería posible que Shaka, en ese momento aun siendo un niño pudiera ya percibir… “eso”?... o quizás era otro el motivo…

-Por favor ¿me permitirían?…- La curiosidad era mucha, Shion necesitaba saberlo, por eso extendió sus manos frente a los niños pidiendo que colocaran una de las suyas sobre ellas.
Shaka y Aioria se miraron un instante, no entendían la razón pero tampoco desconfiaban de él, así que acercaron sus manos a las de Shion…

Y  solo eso basto.

Un instante, menos de una milésima de segundo, algo que para esos pequeños niños solo fue un cosquilleo en sus manos que les recorrió de pies a cabeza e hizo que en sus pechos se encendiera una diminuta luz… fuego… y que en cambio para Shion fue ver imágenes del pasado, presente y futuro de dos almas brillando intensamente, peleando, llorando, estallando… vio todo en un instante, vio momentos de dicha, muchas lagrimas y dolor, y luego… entre lazo las manos de esos dos pequeños y cerró los ojos con fuerza no queriendo percibir mas de esas imágenes… dolían, dolían mucho… siempre era así cuando tenía alguna visión al tocar una armadura que debía reparar; siempre sentía la energía residual y los recuerdos dejados en ella por el caballero que la hubiera portado en vida, aunque en este caso fue algo más intenso, tanto que tuvo el deseo de llorar y una lagrima estuvo a punto de escapar.

“¿Así que esto es lo que se siente?... Dohko, Dohko… si supieras lo que he sentido en este instante… el poder de dos pequeñas llamas encontrarse, pero que son tan jóvenes, y la vida será tan dura y cruel… ¿tú crees que será posible que ellos algún día…?”

-Ehmmm señor Shion, ¿le pasa algo?- Pregunta Aioria al ver que se ha quedado en silencio.

-¿Se siente mal?- Pregunta Shaka.

-¡Gran patriarca!- Dice Aioros en voz alta finalmente sacando a Shion de su estupor.

-Ah…- Abre los ojos volviendo en sí y frente a él, Shaka y Aioria están tomados de las manos, mirándolo con curiosidad y un preocupado Aioros a un lado. –No, no es nada, estoy bien.- Les sonríe para no preocuparlos y se pone en pie. –Tan solo pensaba, que es el destino el que se hayan conocido justo aquí en el santuario, se que se convertirán en unos caballeros poderosos y dignos de su constelación, sin duda seré infinitamente afortunado de entregarles a cada uno sus armaduras.- Suspira. –Y tengan por seguro, que hay muchas cosas que deberán aprender uno del otro.-

-Entonces… significa que… ¿Shaka si puede salir a jugar conmigo?- Pregunta Aioria. Aunque ya que tenia entrelazada su mano con la de Shaka no estaba dispuesto a soltarla. –Digo, solo para estar seguro.-

-Je… claro que si Aioria, si Shaka ya se siente convencido y está de acuerdo.-

-Tu… ¿quieres?.- Pregunta Aioria mirándolo con temor a que vuelva a negarse.

-Si…- Sonríe. –Quiero ser tu amigo y salir a jugar contigo.-

-¡Waaaaa! ¡Si, si lo logre!- Y de un impulso de emoción toma a Shaka de los costados y lo levanta como si fuera una pluma dando un par de vueltas con él, bajarlo y terminar por abrazarlo con fuerza, soltarlo y tomarlo por los hombros mirándolo con completa euforia y felicidad –Te prometo que no te dejare, te hare sonreír y conocerás a todos, y subiremos a la colina y… y acamparemos… y también iremos al pueblo y… -Se le llenan los ojos de lagrimas. –¡Ay no sé porque quiero llorar!- Hace un enorme puchero. –Shaka eres tan lindo… y tan flaquito…-

-¡Oye!...-

-¡Te quiero, me gustas así como eres!- Y vuelve a abrazarlo.

-Ahora, pienso que eres raro…-

-¡¿Qué?! No soy raro… solo estoy… emocionado- Se limpia la nariz. –No sé ni porque lloro.-

-No importa, me gusta que seas así.- Si, Shaka podía sentir que Aioria era ahora mismo un mar de emociones, al igual que esa pequeña llama en su pecho que se movía inquieta y resplandecía un poco más. El también se sentía diferente, un calor en su pecho que jamás había sentido hacia latir a su corazón con emoción, miro a Aioria y le limpio las lagrimas con su mano. –No llores.-

-Bien.- Suspira Shion una vez más al ver tan encantadora escena y discretamente también se limpia la lágrima que había quedado atrapada en sus ojos y se había negado a dejarla escapar. –Creo que será mejor que por ahora me retire, me quedan unas cosas que hacer antes de partir…-

-Gran patriarca…- Aioros lo mira con preocupación, algo dentro de él, ese instinto protector de hermano le decía que algo había pasado. –Patriarca yo…-

-¡Señor Shion, no se vaya todavía!- Grita Aioria.

-Empiezo a sentirme viejo cada vez que me dices señor, preferiría solo el Shion.- Se inclina un poco hacia ellos. –Pero debo decir que lamento irme, me espera un largo viaje a Jamir, así que si hay alguna otra cosa que pueda hacer por ustedes díganmelo.-

-Ah pues mire.- Se acerca Aioria un poquito más como si fuera a decirle un secreto. –Ya que estamos en esto… ¿podría convencer a Shaka de que abra los ojos?-

-¡Aioria ya te dije que eso no!-

-Pero vamos Shaka, ¿Por qué no?, si hasta el señor Shion se quito la máscara y se supone no puede hacerlo tampoco.-

-Momento, momento, si me la quito, para comer, bañarme o dormir, no es que viva pegado a ella.- Se cruza de bazos. –Mejor dime porque quieres que abra los ojos.-

-Ya le dije que no puedo hacerlo porque sería muy peligroso.- Insiste Shaka.

-No puede ser posible.- Aioria insiste también. –No puede ser malo, porque tú no eres mala persona, además solo sería un ratito.-

-No…- Hace puchero y se gira dándole la espalda.

-Vamos Shaka, o ¿por lo menos podrías decirme de que color son?-

-Ah pues muy fácil, son… son…- Silencio.

-¿Son?...- Insiste Aioria confundido al no tener más respuesta.

-Ya no me acuerdo…- Susurra.

-¿Qué?, ¿cómo se te pudo haber olvidado?-

-¡Es la verdad!, mi entrenamiento inicio a los 3 años, y los monjes en el templo, me vendaban los ojos para que no los abriera y me acostumbrara a moverme sin usarlos solo sintiendo la energía a mí alrededor, ni siquiera recuerdo como me veía a mi mismo frente a un espejo.-

Esa confesión los había dejado sin palabras, y para Aioria era algo inconcebible; si bien era cierto que en el santuario algunos entrenamientos eran severos, hasta para los más jóvenes, simplemente no entendía como un grupo de personas podían impedirle a alguien mirar el mundo a su alrededor.

-Eso me parece horrible.- Responde Aioria enfadado.

-Se que suena terrible, pero Aioria, así es el entrenamiento correspondiente a los caballeros de virgo; ellos eligen eliminar uno de sus cinco sentidos para aislarse del mundo a su alrededor con el objetivo de acumular la energía de su cosmos y no “desperdiciarla” digamos, en cosas más vánales y así liberarla en el momento que consideren indicado al enfrentarse a un enemigo.- Le explica Shion enternecido, sabía que ni eso lograría convencer al pequeño cachorro.

-Shaka tenía solo tres años, ¿Cómo podría él haber elegido eso?.- Se cruza de brazos aun enojado.

-No lo hice…- Le intenta explicar el pequeño Shaka un poco triste. -Pero con el tiempo entendí, que si mi deber era ser un Santo, era algo que no podía evitar y solo termine por aceptarlo.- Se encoge de hombros como queriendo restarle importancia al asunto. –Me acostumbre rápido…-

-Pero…-

-Escuchen, es cierto que el entrenamiento es así, es cierto que es para acumular cosmos para atacar al enemigo… sin embargo no creo que sea peligroso, pero tampoco puedo decirle a Shaka que haga algo que no quiera o no se sienta seguro de hacer todavía.-

-Entonces… ¿jamás los veré?- Expresa Aioria con tristeza.

-En algún momento Shaka  podrá controlar su poder y abrirlos cuando desee, pero lo más importante es que tenga confianza en sí mismo y en las personas que le rodeen.-Se gira hacia Aioros tomando su casco.- Creo que podrías comenzar por ahí Aioria. Y bueno, ahora si debo partir, así que sean buenos niños hasta mi regreso.-
Shion se despide y camina hacia la salida del templo, pero Aioros aun con la máscara en sus manos corre para alcanzarlo.

-¡Señor!, espere… ¡su máscara!- Corre hasta finalmente detenerse en la salida justo antes de bajar las escaleras.

-Oh vaya, la olvide…- Shion sonríe y retrocede unos pasos para tomarla. – gracias, al parecer es cosa de la edad, quizás si merezca que me llamen “señor”.-

-Patriarca…- Aioros lo mira con preocupación. -¿Qué fue lo que paso ahí adentro exactamente?...- Shion lo mira pero no le responde de inmediato. –Por favor, se que algo paso cuando tomo sus manos, puedo sentirlo.-

-Veo, que lo notaste…- Shion le sonríe levemente. –No por nada eres uno de los mejores caballeros en este santuario.-

-Señor debe decírmelo, ¡es mi hermano!, esta tan feliz en este momento al igual que Shaka, pero ¿Cómo es posible?, cuando llegamos Shaka parecía tenerle temor y no querer hablar con él pero… cuando unió sus manos, ¿fue usted el que hizo que ahora se comporten como si fueran los mejores amigos?-

-No.- Responde firmemente. –Yo no hice nada en realidad, solo tuve un atrevimiento de curiosidad cuando Shaka menciono que percibía a tu hermano como si fuera “fuego”.-

-¿Eso qué significa?-

-Si te preocupa, no es nada malo, lo que Shaka sentía era su energía, el poder de su cosmos; él solo no sabía qué hacer al sentir un alma tan poderosa y tan claramente.

-¿Y entonces cuando tomo sus manos?.- Aioros insiste queriendo saber toda la verdad.

-Tuve curiosidad por la descripción de Shaka, pero también por esa resistencia de Aioria por defender su postura y querer estar con él a toda costa…- Suspira y mira hacia el cielo. –Cuando los toque pude sentir su pasado, su presente y su futuro… tendrán que superar muchas cosas juntos y como dije aprender uno del otro.-

-¿Su pasado?, pero eso significa que…-

-Si… ya se conocían.- Contesta Shion naturalmente.

-Entonces ¿ellos que son?.-

-Aioros… ¿alguna vez haz sentido una conexión tan especial con alguien, algo tan perfecto, tan único y puro… que sientes como si la otra persona fuera parte de ti mismo?... que cuando la miras el resto el mundo desaparece, y son solo dos personas en el universo, su propio universo… y que estar con esa persona es tan necesario como el aire, que sabes que puedes confiarle tu vida misma a esa persona y tu protegerías la suya...- Y ante ese recuerdo vuelve a suspirar aparentemente pensando en algo mas, quizás algún recuerdo que le hace tener una expresión pacifica y soñadora. –Y que no importa el tiempo, la distancia, una guerra o si el universo mismo estallara… aun así sabes que tu y esa otra persona volverán a encontrarse, porque forman parte de una sola alma…-

-Ah… yo, pues… no…- Aioros se sonroja al oír semejante descripción; y al ver el rostro de Shion nota una expresión llena de amor, ilusión y añoranza. –No he conocido aun ese tipo de sentimiento mi señor… pero, por su expresión supongo que usted si… ¡Ah! Disculpe mi atrevimiento, no debería preguntarle esas cosas…-

-Ah no importa.- Se encoge de hombros sin apartar esa sonrisa llena de felicidad. –Si tienes curiosidad por saber si me he sentido así por alguien… si, lo hago… amo a esa persona más que a mi vida, pero no nos hemos visto en “algunos” años; cada uno fue encomendado a una misión importante, pero nos mantenemos en contacto gracias a nuestros cosmos.-

-Señor… esa persona… ¿desea mucho volver a verla?.-

-Por supuesto, y quizás lo haga algún día cuando mi tarea de entrenar a Mu y entregarle la armadura de Aries este realizada, y encuentre un digno sucesor de mi puesto como patriarca, mi misión estará terminada y podre estar a su lado el resto de nuestras vidas.-

-Señor, ¿ya ha pensado en abandonarnos?, discúlpeme si mis palabras suenan egoístas, pero en el santuario todos aun somos muy jóvenes y los nuevos santos dorados en su mayoría serán aun unos niños, ¿Qué haríamos sin su protección, su guía y su consejo?.-

-Jaja Aioros… ustedes son muy jóvenes y yo ya estoy demasiado viejo; tengo más años de los que te imaginas.- Mira su casco y su máscara entre sus manos, ese símbolo de poder que a veces le pesaba tanto. –Pero no te preocupes, no me iría hasta estar seguro que quien tomara mi lugar estará listo para el cargo…-

-Entiendo… ¡Ah pero señor!, entonces con lo que me acaba de decir, eso significa que lo que sintió con Aioria y Shaka… ¿ellos son… “Almas gemelas”?-

-Ahmmm no…-

-¡¿Qué?! Pero entonces, no comprendo, y todo lo que me dijo…- Aioros ya estaba totalmente desconcertado.

-Debo admitir que las emociones y recuerdos que despertaron en mi esos dos pequeños me hicieron pensar, recordar tantas cosas, que termine por contarte más bien mi situación con la persona que amo… no Aioros, lo suyo es mucho más difícil y complejo que solo encontrar la felicidad y el amor verdadero con la otra mitad de su alma…-

-¿Entonces?-

Shion se acerca y le pone una mano en el hombro para reconfortarlo.

-No te preocupes tanto… en este momento son dos pequeñas almas, dos pequeñas llamas chispeantes de alegría e inocencia por haberse encontrado, quédate cerca de ellos y comprenderás como sus almas se llaman la una a la otra; pero también permitirles ser libres de aprender por si mismos… déjales ser felices tanto como sea posible… el futuro que los espera no será nada benévolo con ellos, ni con ninguno de ustedes mis niños… y su prueba estará llena de dificultades, inseguridades y miedos… hay miles de almas en el mundo en su misma situación que incluso no logran su objetivo en esta vida y deben esperar el momento de volver a rencontrarse en la siguiente.-

Y con estas últimas palabras Shion se coloca el casco ya listo para retirarse cuando vuelve a detenerse en los primeros escalones.

-Aioros… ¿alguna vez has oido algo sobre las “llamas gemelas”?-

-Mmm no…-

-Bien, tienes tiempo para buscar su significado en la biblioteca del santuario.- Sonríe sabiendo que ya lo ha dejado con la intriga. –Puedes decirle a Saga que te ayude a buscar sobre el tema, aunque creo que estarán algo ocupados cuidando a los pequeños aprendices.- Se coloca finalmente la máscara y comienza a descender por las escaleras camino a Leo, donde Mu lo espera sentado en la salida de la casa por ahora vacía.

“Tres meses Dohko… en tres meses debo ir a Star Hill para que me sea revelado el momento en que Athena volverá a la tierra… todo parece marchar bien ¿puedes sentirlo?, y cuando Athena anuncie su regreso, llamare a Saga y a Aioros para informarles mi decisión de dejar el santuario en manos de un nuevo patriarca… pronto nos veremos… mi amado Dohko”…

Y quien podría imaginar que en tan solo 3 meses la felicidad que reinaba en el santuario hasta ese entonces terminaría…

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