viernes, 6 de marzo de 2020

Bajo las leyes del universo + Cap. 2 + Parte 2

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1 mes después...
Ya ha amanecido en Atenas, las calles tienen su acostumbrada y pacifica actividad, estudiantes camino a la escuela, hombres y mujeres camino a sus trabajos y mujeres mayores haciendo sus compras cotidianas en el mercado local, gente y camionetas llegan al puerto en espera de los pescadores con sus primeros cargamentos del día mientras otros parten.
Cerca de ahí, se encuentra un conjunto de habitacional de reciente construcción, típicas casas pequeñas apropiadas para uno o dos habitantes, pero de aspecto lujoso, con jardines perfectamente cuidados y flores recién plantadas. En una de esas casas reina el silencio... silencio que solo se interrumpe con el canto de los pájaros que revolotean fuera de la habitación principal, como si le dijeran a uno de sus ocupantes que era momento de despertar.
Se remueve entre las sabanas y se gira para ver la hora en el reloj de la cómoda que marca las 8:35 am; suspira y se sienta mientras se pasa la mano por la cabeza sacudiendo su cabello castaño, mira hacia la cama donde una larga cabellera pelirrroja se esparce sobre las sabanas que apenas cubren su desnudez.
Aioria se levanta finalmente tratando de hacer el menor ruido posible al recoger su ropa, dejándola sobre la cama para después entrar al baño y lavarse la cara para despejarse un poco... se siente bien, esta relajado, se siente feliz y puede verlo en su rostro, en su cuello ahora lleva un anillo sencillo únicamente con el nombre de Αλένα (Alena) escrito en el, colgando de una cadena de plata, no sabría cómo explicarlo pero se siente orgulloso de llevarlo en todo momento y pasear libremente por la ciudad tomados del brazo... aunque luego recuerda que debe regresar al santuario y sabe que debe esconder la cadena con el anillo; no le gusta la idea de ocultar a Alena, quisiera que todos la conocieran, pero a la vez sabe que eso es imposible por las reglas impuestas por Athena a cambio de devolverles la vida.
Regresa a la habitación y se sienta a la orilla de la cama para vestirse en completo silencio, mira una vez más el reloj y están por dar las 9.00 am, ya debe partir porque lo están esperando, pero entonces algo llama su atención en el piso... es la bufanda de seda negra... la levanta y una sutil sonrisa se asoma en sus labios sin darse cuenta, la mira y siente... ¿nostalgia?... no quizás no era eso pero aun cuando ha sonreído le invade de pronto un enorme sentimiento de soledad y tristeza que no comprende.
Camina hasta el taburete frente al tocador mientras dobla cuidadosamente la fina pieza de seda y sin pensarlo la acerca a su rostro.
-Shaka...- Aspira profundamente intentado percibir ese maravilloso aroma a incienso, pero... -Oh ... ugh.- Está a punto de estornudar pero se resiste, el aroma a incienso que esperaba encontrar sé a desvanecido por completo, siendo reemplazado por el olor a algún perfume de Alena, que ni idea tiene cual sea; tiene tantos en el tocador y todos caros, un par de ellos se los compro él mismo ante su insistencia... tristemente Aioria no tenía buen olfato para ellos... todos le parecían demasiado intensos y después de un rato le olían exactamente igual, o simplemente su nariz se congestionaba y se negaba a percibir cualquier aroma por largo rato.
-Uhmmm...- Alena se gira en la cama para acomodarse y Aioria sabe que tiene que irse, porque de lo contrario sabe que si ella despierta, no se sentirá capaz de irse y en el santuario no debían notar tanto su ausencia... aunque no a muchos les importaría si estaban ocupados en sus propios asuntos... o eso suponía.
Finalmente deja la bufanda perfectamente doblada en el taburete, la mira una vez más rozándola con sus dedos, sabe que ya no puede llevársela con él, ya no le pertenece, así como el anillo que él llevaba en el cuello ya no era de Alena.
"Es una promesa de volver a vernos".
No espero más tiempo y salió deprisa de la casa cerrando la puerta principal y después caminar por la calle hasta la avenida principal en dirección al mirador que da al puerto donde ya lo esperan.
-¡Hey Milo!- Le grita a unos metros de distancia y levantando la mano.
-Uhmm llegas tarde.- Le responde secamente mientras bebe de un vaso de café.
-Ay si lo siento, tarde en despertar.- Se recarga de espaldas al barandal del mirador. –Vamos hermano, no me tarde tanto.- Lo mira sonriente intentando bromear como te costumbre, pero Milo solo continua viendo hacia el mar y al horizonte. -¿o sí?.-
-No, tres horas nada mas.- Responde sin mirarlo dándole el último trago a su café antes de lanzar el vaso vacio a un bote cercano. –Una hora menos que ayer.-
-Ah, bueno si me tarde un poco, prometo ya no hacerlo ¿está bien?.-
-Sí, claro...- Milo no le creía ni media palabra, sabía la verdad, sabia a donde iba, con quien, y a que iba... y no le gustaba la situación. No era como si antes los dos no hubiesen tenido aventuras de una noche, de hecho llegaba a ser habitual, solo que esta vez, Aioria ya llevaba un mes involucrado con la misma chica; y quizás no sería tan malo si Aioria no saliera del santuario con la excusa de trabajar, para dejar todo botado en cuanto Alena cruzara las puertas del local y Milo tuviera que hacer el trabajo de ambos. -Ya vámonos que necesito dormir.-
Aunque honestamente, había otra cosa que a Milo le molestaba...
-¿No hay café para mi bichito?-
-Ahí esta...- Le señala un vaso colocado justo en la orilla del barandal como a 2 metros de distancia de ellos.
-Ah, gracias.- Aioria lo toma extrañado por la actitud de Milo, pero supone es por el sueño. –Ugh, esta frio...-
-Estaba caliente hace tres horas.- Le da la espalda y comienza a caminar despacio aun dándole tiempo para alcanzarlo, aunque de todos modos ya no le quedaban muchas fuerzas.
El regreso al santuario fue silencioso, no valía la pena intentar hacer plática, ninguno de los dos tenía ganas de hablar ni deseos de intentarlo así fuera solo por amabilidad.
Cuando finalmente llegaron subieron las escaleras de las doce casas donde no encontraron a nadie en las primeras cuatro, llegaron a Leo sin detenerse y cuando Milo estaba por bajar las escaleras de salida...
-Eh, Milo.- Finalmente se había atrevido a hablarle haciendo que volteara a verle por primera vez desde que se encontraron hace una hora. –Yo, me quedare, gracias por acompañarme.-
-¿Uhm?.- Levanta una ceja. –Creí que...- Suspira molesto. -¿No vas a subir a ver a Shaka?.-
-Si claro, lo hare más tarde... la verdad si estoy algo cansado.- Ni siquiera se había atrevido a cruzar la salida de su templo. –Estoy desarreglado y tengo hambre, es más, creo que debería darme un baño primero...-
Excusas, todo eran solo excusas... esa era precisamente la otra cosa que enfadaba a Milo. Que desde que Aioria había iniciado esa relación con Alena, ya no visitaba a Shaka, ni siquiera para darle los buenos días como solía hacer siempre... ¿no se suponía que eran muy buenos "amigos"?, si era así ¿Por qué no se atrevía a verlo?... "iré después"... era mentira, Milo sabía perfectamente que desde aquella noche no habían vuelto a verse, y al día siguiente cuando Aioria no volvió, aun cuando Shaka estaba preocupado, nunca lo demostró, pero Milo podía asegurar que ahora podía ver los cambios de ánimo de Shaka, cosa que hace años habría sido imposible siquiera adivinar... Milo se daba cuenta, lo sentía tan, vivo... tan humano.
Y se sentía mal, culpable de que él sabía la verdad y no pudiera decirle nada, en primera porque se suponía no era su asunto, en segunda porque Aioria le pidió que no dijera nada hasta que él lo hiciera primero, nadie en el resto del santuario debía saber de su relación con Alena; excepto DM y Afrodita que lo descubrieron por su cuenta, pero aseguraron no decir nada, finalmente su vida no era de su incumbencia y no les importaba, solo le advirtieron tener cuidado con lo que hiciera o podría afectar a todo el santuario.
"Está bien, confío en Aioria".
Eran las palabras que Milo siempre escuchaba de Shaka cada vez que pasaba por su templo y tenía que disculparse en su nombre, diciéndole que estaba cansado del trabajo y vendría después... pero gracias a Mu que afortunadamente ahora iba todos los días a visitar a Shaka, sabía que Aioria jamás iba después.
No necesito peguntárselo, él mismo se había dado cuenta que Shaka si sentía algo por Aioria, que esperaba su visita todos los días y deseaba que estuviera bien... Milo creía que eso era puramente amor... aunque Shaka solo dijera que era natural preocuparse por un amigo que has conocido toda tu vida; a los demás también los conocía desde niños y se preocupaba por todos por igual... pero no había nadie por el que esos ojos azules, anhelaran ver tanto como Aioria... Y él... bueno; Milo ya no sabía que pensar de su amigo, al principio había pensado que solo era un capricho que ahora parecía una obsesión... pero sobre todo lo que no entendía era ese afán de Aioria de esconderse como si Shaka le hubiera ofendido de alguna manera, o como... si estuviese engañando a Shaka. Aun cuando Aioria siempre negaba sentir algo por otra persona que no fuera Alena, nadie le quitaba de la cabeza a Milo que después de todos los años que llevan de conocerse, de pelear, de discutir, de apoyarse como caballeros dorados en todo momento y mucho menos olvidaba aquella batalla contra Hades donde Shaka despertó el Arayashiki y Aioria se sintió tan devastado como si le hubieran arrancado una parte de su alma y solo le quedara el instinto de pelear hasta morir... ¡Maldita sea él sabía que Aioria debía sentir algo y lo estaba negando!... algo, simplemente... algo.
-Sí, si... sabes que, tienes razón.- Milo seguramente estallaría algún día. –Ve báñate una hora o dos, haz lo que quieras, realmente apestas...-
-¡Hey!...- Aioria iba a preguntarle porque tenía esos arranques de mal humor, pero Milo se alejaba tan rápido que no lo escucharía. Por un momento su mirada se dirigió a Virgo y sintió el deseo de correr y alcanzar a Milo, pero de inmediato se arrepintió y regreso rápidamente al interior de su casa. –No, ahora no... iré más tarde...-
Por su parte, Milo había llegado a la entrada de Virgo, sitiándose cansado, enfadado, frustrado y un maldito miserable, pero ¿por qué? si ni siquiera era su culpa y no era él quien hacia las cosas mal... pero justo así se sentía cada vez que tenía que dar la misma disculpa para excusar a Aioria.
-Bien, bien, aquí vamos...-
-¡¡Bienvenido!!- Saltan frente a él casi haciéndolo irse de espaldas.
-¡¡Aaaagh maldición!!! Son ustedes, Kiki, mocosa... por poco me matan de un susto.-
-¡Shoko!, mi nombre es Shoooooko.- Lo mira cruzándose de brazos, nunca dejaba de decirle así.
-Mooocoooosa jaja ¿lo dije bien?.- Y Milo no perdía la oportunidad de molestarla.
-No, no lo dijo bien, ¿Por qué a Kiki si le dice por su nombre y a mí no?-
-Mmmm esa es una buena pregunta, creo algún día te lo diré...- Le revuelve el cabello.
-¡Oiga no!-
-Maestro Milo que bueno que llega.- Le saluda Kiki y Milo le corresponde con un choque de manos y despeinándolo también.
-Jaja sigues diciéndome así pero en realidad no te he enseñado nada últimamente.-
-Claro que sí, me enseño a "dar los cinco".-
-Jajaja, eso es solo un saludo, debería ser algo más productivo.-
-A mí me gusta más saludar así.-
-Ay no digas eso que si Mu se entera me mata.-
-No te preocupes, ya lo sé...- Mu se asoma sonriente, no parece molesto al respecto. –Mientras no le enseñes a fumar o a beber no me molesta como salude, aunque deberías haber visto la cara de Saga y Kanon cuando Kiki les dio "los cinco".-
-Mu jaja buenas, no ¿cómo se te ocurre?, yo jamás haría eso, pero ¿qué te trae por aquí?.-
-¿De qué hablas?, yo vivo aquí.- Lo mira seriamente.
-¿Qué?.- Y a Milo casi se le detiene el corazón un instante.
-Jaja, es broma, es broma.- Aunque en el fondo Mu pensaba en que esperaba que eso ocurriera de verdad algún día. –Solo de vista ya sabes.-
-Y nosotros, somos la compañía extra.- Agrega Kiki.
-Si claro, apuesto a que ustedes dos solo vienen por la comida gratis.- Milo los señala acusadoramente.
-¡Ay claro que no!.- Dice Shoko.
-¡Ay claro que sí!.- Grita Kiki sin pena alguna.
-Kiki, eso es algo descortés de tu parte.- Le señala Mu.
-Pero maestro Mu, lo que digo es verdad, a todos nos gusta como cocina el maestro Shaka.-
-Te lo gradezco Kiki, eso es halagador.- Y finalmente Shaka ha salido para unirse a darle la bienvenida a Milo.
-Shaka... buenas... buen día.- Y ahí estaba de nuevo Milo con ese sentimiento de culpa. -¿Qué tal?... ¿cómo va todo?.- ¿Por qué hacia esas preguntas?, era un idiota.
-Estoy bien gracias Milo.- Le sonríe y por un instante Shaka mira hacia tras de Milo como si esperara a ver llegar a "alguien más", pero de inmediato vuelve su atención a él. -¿Fue una noche de trabajo difícil?-
-Ehm algo, un poco...- Todo estaba bien mientras no le preguntara detalles sobre Aioria. –Más o menos.- Ok sin duda era un maldito miserable hijo de...
-Supongo estarás cansado entonces, así que... ¿te gustaría comer algo antes de continuar tu camino?.-
-¿Qué?...- Pestañea sorprendido. -¿Yo?- Se rasca la cabeza nervioso. -¿están seguros que no somos demasiados?.-
-Por supuesto que no Milo, será un gusto que nos acompañes.-Le dice Mu animándolo a entrar. La verdad su presencia no le molestaba en lo más mínimo y siempre alegraba el ambiente cuando jugaba y molestaba a Shoko y a Kiki y todos acababan riendo al final.-
-Si quédese maestro Milo, el día de hoy mi maestro Mu trajo el desayuno, comida tibetana, ¡le encantara!.-
-Pues nunca la he probado.-
-Yo tampoco la he probado y tengo muchas ganas.- Shoko estaba emocionada. –En todo este mes he podido probar comida de diferentes países y toda es ¡deliciosa!, justo ayer comimos con el señor Shura y ahhh la comida española es magnífica... señor Milo ¿usted sabe cocinar?.-
-Claro... si hervir agua cuenta como cocinar, el esto de lo que haga es casi mortal... o eso dice Camus.-
-Ahh ya veo, no se preocupe, si es así entonces yo le cocinare comida japonesa.-
-Vaya ¿tu si sabes cocinar enana?- Milo la observa intrigado.
-No, soy un asco, pero mi padre se lo come de todos modos.-
-Ugh, sabes... creo que lo pensare entonces...-
Sin duda, la relación de Milo y Shoko ya había mejorado en ese mes, se seguían molestando y gritando mutuamente, pero Milo ya era más abierto a convivir con la joven saintia, le animaba en los días como este que habían iniciado mal; y Shoko había logrado perderle el miedo... y casi el respeto... lo veía ahora como un buen amigo en el que confiar.
-Bueno, bueno a sido un gran bienvenida pero la comida se enfriara, Kiki, Shoko vayan a poner un lugar más en la mesa.- Les indica Mu.
-¡Si maestro!- Gritan los dos al mismo tiempo antes de correr al interior de la casa de virgo.
-Vamos Milo, pasa o se enfriara la carne de yak.- Le dice Mu.
-Cla... espera ¿Qué?... ¿eso se come?.- Le era inevitable poner cara de pánico solo de imaginarse al pobre animal en la mesa.
-Ja claro que si, considéralo una "aventura gastronómica".- Mu se da la vuelta para entrar a la casa pero nota que Shaka está distraído... distante como a estado últimamente mirando hacia Leo. –Shaka...-
Y Milo también se había dado cuenta... si se sentía doblemente un miserable.
-Shaka.- Le insiste nuevamente.
-¿Ah?, lo siento Mu, estaba distraído.- Le sonríe a modo de disculpa. -¿Pasa algo?.-
-Entraremos a casa, ¿nos acompañas?.-
La voz de Mu siempre se mantenía tranquila y amable con Shaka, intentaba ser compresivo y paciente... pero apretaba los puños con fuerza, porque sabía que el causante era Aioria; Mu no sabía el motivo por el cual de un momento a otro se había alejado de Shaka, y la verdad poco le importaba, porque estaba dispuesto a quedarse con Shaka y hacerlo olvidar cualquier rastro de dolor y tristeza causada por Aioria, sin importar el tiempo que fuera necesario... esperaría.
-Claro solo, dame unos minutos.- Y vuelve a mirar a la misma dirección.
-Pero Sha...-
-Hey Mu.- Milo lo interrumpe. -¿podrías darme unos minutos a mi también?.- Mira de reojo a Shaka dándole a entender que quiere hablar con él a solas. –No tardo, en serio.-
-De acuerdo...- Le daría la oportunidad, y sin más opción Mu se adelanta entrado a la casa dejándolos solos.
Bien ahora ¿Qué decir?, ¿Qué hacer?, ¿por dónde empezar?... estaba tan nervioso de no cometer una tontería que no tenía idea.
-Milo...- Pero finalmente había sido Shaka el primero en romper el silencio. -¿Crees que he hecho algo incorrecto?.-
-¿Qué?, no claro que no, ¿Por qué preguntas eso?.- Era lógico porque lo hacía, pero le intrigaba ¿Cómo alguien como Shaka podría sentir culpa y creer haber hecho algo mal?.
-No lo sé, solo supongo.- Sonríe sin muchas ganas. –Ser un humano, es muy extraño todavía.-
-Espera, espera... no lo digas como si fueras un ente extraño o algo así, tú siempre has sido humano como nosotros.-
-Jeje lo sé, es solo que... nunca fui educado como un humano normal, sino como un Buda para escuchar, entender y guiar por el camino del dharma según mis creencias budistas y luego las del santuario como un santo de Athena pero... dejo de pensar que si yo tenía el estado de la iluminación se supone que yo no debería estar vivo si el ciclo de mi existencia había terminado...-
-¿Qué?...-
"no debería estar vivo"
Son las únicas palabras que resuenan en la mente de Milo.
-Pero si estoy aquí es porque... ¿se supone que hay algo más que debo encontrar?, ¿una verdad?, ¿un conocimiento?, o quizás... ¿tengo una misión?, y cuando la termine ¿finalmente desapareceré?-
-¡No!,¡Shaka basta!...- Lo toma de los hombros y lo gira bruscamente hacia él sin soltarlo. -¿Qué locuras estás diciendo?... ¿no existir?, ¿desaparecer?- De algún modo le aterraban sus palabras.
-Ah... Milo espera, no son tonterías, lo que te digo es verdad, después de tantas guerras cualquiera creería que la misión de su existencia está cumplida ¿no es así?, pero si estoy aquí, es que hay un vacio, algo pasa que...-
-¡No, Shaka escúchame!.- Milo le interrumpe sin soltarlo, apretándolo de los hombros con fuerza. –Yo no entiendo tus creencias, ni del ciclo del que hablas... lo único que entiendo es que estas pensado en que no deberías vivir, y eso... eso no lo permitiré, yo quiero que estés aquí, todos te queremos aquí.- Lo duda, las palabas se le atoran en un nudo en la garganta pero finalmente logra hacerlas salir, aunque sea apenas como un murmullo. –Aioria también te necesita.-
-Aioria...- Y con solo repetir su nombre, Shaka pareciera salir unos instantes de su estado de pesar y confusión.
-Si... hasta él... por más idiota que pueda ser a veces, tú sabes que él no te desearía ningún mal.-
-Volver al nirvana no es ningún mal...- Intenta explicarle pero Milo no quiere escucharle.
-Shaka perdóname, pero no quiero oír nada de eso... no aceptare nada que implique perder a mis amigos otra vez.- Y finalmente lo suelta e intenta ablandar su mirada, aunque no deja de preocuparle. -¿Tan malo es ser un simple humano?, ¿por qué sigues pensando como un santo de Athena?.-
-Uhmm.- Shaka se encoge de hombros. –Es algo que no puedo evitar, si es la única vida que conozco.- Suspira. –Milo desde que volvimos a la vida, ¿nunca te has sentido como si no pertenecieras al mundo?... ¿no sientes la necesidad de tener tu cosmos otra vez y llenar una parte dentro de ti que esta pérdida?.-
-Ah bueno yo... si... al principio.- Suspira. –Si muchas veces... esa energía tan única del cosmos, ¿Cómo olvidarla?, jamás podría, pero en todo este tiempo no he presentado alguna señal de aun poseerlo a diferencia de Kanon y Saga que lo tienen intacto, o como Mu y Camus que lo han recuperado lentamente y se han empeñado en ello.-
-¿No lo haz intentado?.- Shaka ahora lo mira curioso.
-Algunas veces, pero luego pienso que quizás no tiene caso, y Camus dice que mejor lo olvide.- inhala profundamente mirando al cielo. –Y lo admito, soy algo vago al respecto o me ocupo en otras cosas.-
-Cosas como ¿tu trabajo?-
-Ahmm si, más o menos... es solo que afuera hay tantas cosas, el mundo es enorme, ¿no te gustaría conocerlo?.-
-Uhmm.- Shaka sonríe. –Aioria también me lo ha preguntado.-
-Vaya ¿en serio?.- Milo levanta la ceja intrigado y a la vez incomodo, Aioria, precisamente el tema que intentaba evitar; no quería decir algo que expusiera el secreto de su amigo solo por estar molesto con él.
-Si... y también me ha dicho que dejara de preocuparme y de pensar tanto todo el tiempo... porque si estamos vivos entonces tenemos que hacer eso, vivir y nada más.-
-Vaya, quien creería que diría algo tan inteligente.- Acerca su mano y la pone sobre el hombro de Shaka para que lo mire. –Creo que deberías hacerle caso en eso.-
-Lo seguiré intentando.- Sonríe –Lo prometo.-
-Sabes... creo que si tuviera oportunidad, o un motivo lo suficientemente grande... si me gustaría volver ser un caballero de Athena.-
-¿En serio?.- Shaka lo mira e incluso feliz de no sentirse solo con la idea de volver a ser santos.
-Si... quizás solo deba encontrar una buena razón para mí como para hacerlo.- Y sin más, Milo le pone una mano en la cabeza y le despeina la cabellera rubia tal y como hace con Shoko y Kiki. –Ahora... antes de entrar ¿podemos hablar acerca del yak?-
-¿Uhmm?.- Pestañea curioso.
-No entrare y veré un yak completo sobre la mesa ¿verdad?.-
-Jaja, no claro que no, Mu solo trajo una olla porque a Kiki le encanta y Shoko quería probarla.-
-Menos mal, nunca he comido ese tipo de carne.-
-Yo tampoco...-
-¿Qué?, ¿en serio?...- No podía creerlo.
-Milo, soy vegetariano...- Lo mira inocentemente.
-¡¿Qué?! Rayos Shaka, creo que debemos conocernos más... tantos años viviendo aquí y jamás me había dado cuenta.-
-Jaja, no importa, no es algo tan relevante.-
-No, no, nada de eso, no me parece justo, creo que deberíamos conocernos más y hablar de lo que sea, a fin de cuentas, ahora tiempo es lo que nos sobra ¿no?-
-Uhm, tienes razón Milo... siempre que quieras hablar... serás bienvenido.-

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